jueves, 31 de diciembre de 2015

nuestro(s) abrazo(s)

primero, me aferré a tu calor, nos fundimos en un abrazo, ya conocido, tan cálido y lleno de expresiones mudas que permearon mi alma, le recordaron los aprendizajes de antes, el amor de nuestro encuentro, la omnipresencia de su alcance y tu invisible, pero permanente presencia; rondándome, cuidándome, sosteniéndome desde lejos. Después de sincronizar nuestras inhalaciones y exhalaciones, de tomarte y dejarme perder un ratito en tus brazos y la profundidad de su fuerza, continué hacia un nuevo nicho, aquel recoveco conocido, de tanta entrega y tantas preocupaciones por verme plena y feliz, a ese abrazo siempre dispuesto, aunque a veces esquivo, que cuidaron mi vida y le han dado aliento y solidez a mis pasos. Me detuve con orgullo y agradecimiento al ver la complicidad que había entre ustedes, del tejido de unos lazos que nunca, realmente, me abandonaron, me conmovió tu dolor de caderas y tu interés en movilizar y concluir mi búsqueda y, así, motivar mis respuestas. Te susurré mi cariño, mis "gracias" infinitas y mi amor cristalizado, mi amor lleno y fecundo, que a veces, quizás, te cuesta recibir. Luego, continué por mi senda, ya en mi propio mundo y construcción personal, solo abrí y amplié mis alas, para estrecharnos, las tres, en un abrazo lleno y abarcador, un abrazo completo, que unifica y sostiene con fuerza y vehemencia las particularidades de cada una; en esa unión, había respeto, amor y cuidado, intención de proteger, de querer y ser feliz. Pudo haber sido eterno, era real, era intenso y hermoso, éramos una, por primera vez, una sola subjetividad, que acepta con amor su luz y su sombra, que deja lugar para que ambas se permitan ser en un nuevo continuo, más entero y genuino. Con emoción, me desprendí de este bello enlace, y continué mi peregrinaje hacia el agradecimiento fundido en este nuevo abrazo que le dí a quién me descubrió, a quién alentó mi presencia en sus vidas, a quién, silenciosamente, mueve los hilos y se alegra de quién soy, sus palabras escuetas, pero certeras, me acarician el alma y, a veces, caprichosamente, le dan lugar a mis invenciones, a mis ocurrencias y a mis intentos de ser más yo. Me resuena su pragmatismo y su noción de que "todo suma", esto es un avance y hay que continuar; tantas gracias por ese breve resumen de lo que ha sido y será. Finalmente, sigo mi rumbo y estás tú, ese eslabón perdido, mi primera o segunda mitad, esa pieza fundamental sin la que no podría haber existido, te encontré allí, reconociéndome y admirándome, tus palabras copiosas y tus ganas de que aprehendiera todo lo que no pudiste transmitirme antes, o alguna vez, te tomé con orgullo, con agradecimiento, luego de todo, estabas ahí, pidiéndome que abrazara la vida y fuera feliz. Lo soy, luego de veintisiete años de búsqueda, de encuentros, desencuentros, críticas, alegrías furtivas, penas y llantos incandescentes y ganas de crecer, agradecí mi lugar en este mundo, tomé la vida con alegría, con agradecimiento, con conciencia y mucho amor. Mi origen, es amoroso, mi desenlace, también. Ahora, que he encontrado mi propio lugar, dentro de mí, me permito avanzar con firmeza y vehemencia, hacia ese lugar tan mío y tan contenta y afortunada de "ser". Gracias.

martes, 24 de noviembre de 2015

encontrarte

cuando nos encontramos, me dejo llevar por lo apacible de una noche dominical, guiados por el ocaso de un día agónico, esperamos que la oscuridad haga su entrada para disponernos a besarnos sin apuros y con una tranquila pasión que acompasa nuestras miradas y movimientos. La complicidad se alía a nuestras ocultas intenciones, que comienzan a florecer con premura, lentamente más presurosas y audibles. Nos adentremos en nuestro deseo, en nuestras ganas de develar lo desconocido, sin apartarnos la mirada, haciendo de la profundidad de tus ojos -que tanto quiero- un recoveco necesario para poder encallar la agitación que nos acoge con ternura y callando las ganas de envolvernos y quedarnos quietos, entrelazados. Me acomoda libremente en tu pecho, mientras sostienes mis manos entre las tuyas, te acaricio el pelo y beso tu frente, me devuelves los gestos y cierro los ojos para atesorar, con tanto cariño, aquel ratito de amor.

martes, 17 de noviembre de 2015

vibrar con tus ojos

cuando te miro o pienso tus ojos señalándome sonrientes, me invade un vértigo irresistible que recorre cada fibra de mi cuerpo. Me apropio de la visión azulada, amplia y luminosa que emanan y expresan desde tí y siento que podría lanzarme al vacío por suplicarte que no dejes de apuntarme y taladrarme las pupilas. Cuando me acerco al destello arrollador de tu abismo, me azotas exquisitamente, me congelo en el encierro de tus contornos y quisiera que no existiera nada, nunca más; quisiera ser ese objeto de deseo y atracción que no cansa de ser (ad)mirado, que desnuda tus secretos y juguetea con tus imaginarios. Quisiera ser yo la primera en abrirte los ojos y la última en cerrártelos, quisiera que me alumbraran los pasos cotidianos, las risas nerviosas, la sencillez de una caminata callejera, la sincronía de tus zapatillas desatadas, mis ganas de sujetarte si caes y la que revolotee en tus rulos en la mañana. Tu mirada me marea, me desconecta del cemento llano de la rutina, me traslada, cariñosamente, a una latitud imaginada, fuera de los márgenes reales, fuera del mundo, fuera de todas las formas conocidas. Me suspenden en el aire, pendo de tus movimientos y dejo acariciarme por tu voluntad e intenciones. Cierro los ojos y así perpetúo tus colores, tu subjetividad y el descanso que supone despertar y encontrarme clavándome así, tan intensamente tierno y pasional, con esa calidez y templanza que abriga la mixtura de tu mirada.

martes, 10 de noviembre de 2015

jugar con la sombra

se ha vuelto la última peor adicción. Lanzarme como última vía de escape a la profundidad densa y enmarañada de mi propia existencia. La primera vez fue azaroso y extraño, luego y progresivamente, me acostumbré a encallar dentro de sus propios límites, a permanecer dócil y serena antes sus vicisitudes y tranquilizarme con su ahogo. Jugar con mi sombra y saborear sus sinsabores, me ha dejado algo impotente frente a mí misma, me enlaza a sus tenazas, me marea y me lanza de vuelta a la superficie; allí, debo empezar a reacostumbrarme a vivir con un nuevo componente, con nuevas aristas y elementos que debo integrar para convertirme, nuevamente, en otra desconocida. Jugar con mis sombras y tantas oscuridades, me desconcierta, ya no me acomoda la reconstrucción de sus orígenes; me excluye y me destierra de mi pantano, me ralentiza los pasos y me ata a volver a un centro que ya no reconozco como un desafío a develar. Me confunde las vías, me colma la paciencia, me enmudece y obliga a esconoderme del mundo hasta esperar que escampe la torrencialidad de mi invisible llanto interior.

sábado, 7 de noviembre de 2015

te quiero a tí

te quiero a tí, aunque te hagas el ingenuo y desentendido. Te quiero, sin causa alguna, solo porque dejé que el sentimiento me inundara, no pude resistirme. Me dejé llevar, me dejé acariciar por tus besos y esa reverberación agitada que emanó de tus labios mientras me besabas. Me dejé encantar por nuestros espasmos amorosos, por esas breves caricaturas que nos envolvieron acerca del romance. Me entregué al destino, a esa extraña fuerza que nos juntó una noche incómoda, en la que necesitaba huir de mi centro. Me dejé caer en tus brazos, en tu pecho dormido, una noche en que no pretendí nada más que sentirme menos sola a tu lado. Apoyada en tus hombros, arrollada en el ir y venir de tu respiración y tu sueño, me imaginé permaneciendo a tu lado, todos los atardeceres que fueran necesarios. Dispuesta a encontrarnos, a saludarte con una amplia y genuina sonrisa, a compartir tantos nuevos momentos, a dejarme seducir por tu coquetería y tu seriedad intermitente. A tus manos adornando mi pelo. A tu cuerpo entrelazado al mío y tu desnudez expuesta a una nueva oportunidad de desearnos sin pudor. Al incontenible reflejo que me llevó a morderte los labios, a tomarnos de la cintura y apretarnos con acalorada pasión. Al racimo de alegría que me daba saber que estarías esperándome en alguna esquina y la amalgama de imágenes y sensaciones revueltas que la antecedían. Esos besos apretados, largos, que encajaban perfectamente; tan acompasados y llenos. La calidez de tu lado infantil, tu cuerpo en solitario imaginando nada, las veces que te ensimismabas, el saberte a mi lado de copiloto o la seguridad que me daba saber que ibas dirigiendo la situación. Tantas cosas en tan poco tiempo, tanto cariño y tanta pasión a raudales, tantas buenas vivencias, tanto, tanto...

el rechazo

el rechazo duele porque me conecta con mi origen. Porque me obliga a encerrarme en mí misma a obviar y evitar enfrentarme a mi propio dolor. Porque me aísla del resto, porque me cierra todas las potencialidades. Porque me condena al miedo de perpetuar la sensación de vacío y soledad. Porque me hace sostenerme en mis inexistentes certezas, pretendiendo que la independencia y el caminar en solitario es la condición basal de mi ser. Porque me oprime y me aterra. Porque me nubla y me hace llorar como si no hubiera nada más. Porque me embalsama y me empuja a desterrarme en la superficie de los besos y contactos tan fugaces de una noche. Porque me desintegra y me divide en muchas más. Porque me cega y me ahoga. Porque me marea y me hace olvidar quién soy. Porque me bombardea de inseguridades y nuevas interrogantes sobre mi propio (mal) actuar. Porque me anuda la garganta y me enloquece, de manera circular, con mis cuestionamientos insensibles y recurrentes. Porque me roba la esperanza, me margina y expulsa de mi propio lugar. Porque me tienta a vivir desde el sinsentido y la crítica. Porque me amarga las experiencias, me tiñe de gris y me nubla los días y las horas. Porque me insta a vivir en una cuenta regresiva. El rechazo duele, porque no me deja vestirme de fiesta en primavera.

(...)

ahora, aquí, se siente como una nube espesa. Incómoda y solo aferrada a mis circunstancias, no quiero compartir todo lo que pugna por salir de mi garganta, porque no sé cómo ordenarlo. Pero me cansé, me cansé de querer encontrarle sentido a todo lo que ha pasado, a todo lo que estalla, a las constantes y nuevas contingencias, a mi ser envenenado, a mi vida revuelta, a mis pulsiones incontenibles, a mis infinitas ganas de huir.  A mis brazos cansados, que solo pueden abrazarse a mi pecho. A mis piernas desterradas al descanso, a mis gestos atiborrados de lugares comunes para fingir que en realidad, la superficie es tan calma. A mis sonrisas cotidianas, ya aburridas de evidenciar una alegría superflua, de risotadas flojas y chistes conocidos, los mismos temas, la misma rutina, los mismos patrones, tan pretendidos y neutros; una y otra vez. Aprender a vivir y convivir con mis formas, tan particulares y esquivas, me ha planteado la posibilidad de quedarme suspendida en mis ensoñaciones, en miradas circulares que me estabilizan, le dan solidez a mi discurso, a mis vivencias, a la energía cotidiana. Me olvidé del resto, me sumergí en mi mundo, me encerré voluntariamente en ese hogar impenetrable, perdido y lejano de todos. Me gusta que nadie pueda ni sepa encontrarme, si bien adentro soy yo, y me reconforta saber que si llego ahí me acurruco en un lugar dulce y cómodo, allá afuera, los visitantes me definen en descripciones amorfas y disimiles, incluso contradictorias, porque me cuesta y asusta decir quién soy realmente. Soy una, pero tantas a la vez, soy una densidad arrebolada. soy, a ratos, una niña asustada de ser rechazada otra vez, luego, una mujer sensata y en paz, sabia y dispuesta a disfrutar el porvenir. Entre ambos polos transito, a cuestas de leves pasos angustiosos e intentos fallidos de lograr una definición unívoca y coherente. Como sea, espero que esta necesidad y exigencia de verme y enfrentarme encauzada en una dirección, no se transforme en el núcleo de mi identidad. Esto cansa, aburre, agota, deprime y angustia. Te deja varada e indefensa ante tu propio escrutinio, el cual actúa como un tercero implacable, crítico y frío. Solo busco que mi refugio pueda ser descubierto por alguien dispuesto a sumergirse conmigo, por alguien que me quiera y atesore, por alguien, quizás tan atormentado como yo, pero a quien no le asuste vivir en la condensación irrefrenable de la impermanencia y el amor.

viernes, 6 de noviembre de 2015

aunque no estés conmigo, nunca estarás sola

lo siento, pero no puedo ni quiero tenerte. Eres pequeña, tan chiquitita, pero no puedo irme contigo -ni tu venirte conmigo- y emprender una vida juntas. Sé que vendrán nuevas personas a buscarte, ellos quieren y anhelan desde siempre compartirte. Yo, estoy mal, pésimo, ya no soporto permanecer en los contornos de mi cuerpo, me veo en un reflejo oscuro y solitario. Sé que te llevo dentro, pero eres tan ajena, sé que estás y te siento, pero no quiero involucrarme; primero tengo que arreglar mis asuntos personales, el trato con mi propia humanidad. No sé si te quiero (racionalmente), sé que debería, pero trato de encerrarme en mí y dejar que crezcas, allá, sola. Que te vayas moldeando a lo que vendrá. No puedo garantizarte un buen futuro, no puedo asegurarte que encontrarás lo que buscas ni poder darte la seguridad de que vendrán a darte cobijo. Pero aunque estés sola, enredada en tu propia maraña y buscando explicaciones a tu existencia, sé que estarás mejor que a mi lado. En parte, me hago cargo de dejarte en libertad, de que te conviertas en una niña de todos, del destino, de la vida, de su propia trayectoria. Estoy tan encerrada en mis propios miedos, en mis recriminaciones, en los autocuestionamientos a mis propias decisiones, que no tengo ánimo ni ganas de dedicarte cariño ni palabras. Solo cumplo con darte refugio temporal, con darte un poco de abrigo y no dejar que tu vulnerabilidad se dañe más. Temo que si nos conectamos, luego todo se arruine y no nos dejemos ir. Pero no puedo hacerme cargo, no puedo, es algo inevitable, está dicho y será así. Aunque crezcas y te hagas visible, no te reconozco como propia. Lo nuestro fue un cruce circunstancial, ni yo entiendo el porqué. Pero serás feliz igual. Lo sé, lo presiento, son mis propios deseos. Aunque la naturaleza diga que te llevas de mí la apariencia, en la esencia no puedo reconocerte. Serás grande, serás hermosa, serás plena, serás amada. No importa que no te abrace ni amamante, serás cada vez más fuerte, más poderosa e influyente. Serás quien tengas que ser; serás, aunque no estés ni seas a mi lado.

lunes, 21 de septiembre de 2015

apostar

despertar contigo al lado y dormirme apoyada en tu pecho, sincronizando nuestros respiros y la cadencia de nuestros latidos, me ha dejado desterrada a este lado de la tierra, tan lejos de tí. Me gustaría revivir cada instante, cada paso caminado y cada nuevo breve descubrimiento que atesoré las veces que sonreías incrédulo, evitando que me diera cuenta de tu gesto. Estamos tan lejos, y yo tan inerte, tan contrariada enfrenando la rutina, esta secuencia tan conocida, tan repetida y tan llena de nuevos sinsentidos que se esmeran por aparecer día a día. Caras de conocidos que se me asoman por doquier y a quienes evitaría sin tapujos, de quienes no lamentaría una pérdida y de quienes no me fiaría para nada. Por cada nuevo barrido, siento que más presente estás. Quisiera probar lo que significa arriesgar mis lugares comunes y posarme en tu realidad, en tu isla, en tu mundo. Probar nuevas mañanas, nuevas amanecidas y nuevas verdades juntos. Probando la incerteza, el azar y el amor.

viernes, 28 de agosto de 2015

el último encuentro

gracias por pedirme perdón y ofrecerme descanso en tu pecho. Gracias por mostrar tu vulnerabilidad frente a mí y darme el derecho a rechazar tu oferta de un nuevo comienzo. Gracias por dejarme decidir ser feliz y llevarme, solo, un buen recuerdo. Gracias por ayudarme a sanar, a darme razones para entender mi síntoma. Por cobijarme y darle el favor a mis lágrimas por última vez. Gracias por dejarme ser tú y conocerte desde dentro, por dejarme penetrar en tu alma y mirar desde un nuevo punto de vista. Sin mi redención ciega y tu fuerza desequilibrante que nos seguía atando, ahora, con toda liviandad, alegría y desenfado, me propongo seguir avanzando. Te llevo con amor y gratitud, te llevo con seguridad y alegría. Te llevo y no necesito que tú me lleves para sentirme plena, pero gracias de todas maneras. 

fraternidad

definir lo que es, desde la experiencia, me llevó a caminar una cuadra, ofreciendo mi brazo y mi cuerpo para que avanzáramos juntos, de manera segura, hacia tu destino. Fue esa breve conversación, con inicio, desarrollo y fin. Fue la adaptación leve de mi tiempo y mi dirección a la prestación de ayuda hacia un otro, hacia esa alteridad total, sin nombre, apellido ni subjetividad. Fue la oferta desinteresada, profunda y genuina del valor empático. Fue ese encuentro callejero, tan casual, que llenó mi alma, que le dio calidad a mi caminata habitual, sin distinción. Pasos y palabras superficiales, pero con confianza y agradecimiento mutuo. Esas palabras lanzadas al viento y al entorno, de tantos buenos deseos y emociones vitales que perduren en nuestras vidas y andar. Gracias por darme esta oportunidad de aprender, conocer, pensar, reflexionar y sonreír; gracias por tu sensibilidad y armonía, gracias por enseñarme a ver la vida desde una nueva arista.

miércoles, 19 de agosto de 2015

hoy

presiento que algo se acerca, el choque inminente de alguna novedad. Lo siento desde el fondo de mis entrañas, desde la nublada lucidez de mi razón y del palpitante corazón que me cobija. Algo se avecina, algo que he estado esperando, mi merecida recompensa, mi descanso necesario, el porqué de tanto trabajo y sudor derramados. No sé qué forma tiene y desconozco la naturaleza de sí, pero lo ansío, lo he anhelado y hoy me siento preparada para darle cabida a esa corazonada. Viene viajando, viene directo a mi encuentro. Estoy nerviosa, pero contenta, un poco agitada por dentro. Me prometo saber darle la bienvenida que requiere, desde hoy me he propuesto trabajar y pulir los últimos detalles. Por cada paso que daré, buscaré el prisma invisible, le daré cabida. Si antes creía que todo iba hacia "allá", me afanaré en reconocer, que ya no es necesario que sigan su curso "normal", me daré la labor de encontrarles un nuevo cauce y comenzaré a moverme por rutas desconocidas que me amplíen la visión y dejen de encasillarme en patrones añejos. Dominaré con vehemencia y alegría, ese rasgo que me hace brillar, le daré cabida a todos mis propios componentes, me dejaré llevar. Invitaré a bailar a los libros y haré de las letras una danza genuina. Mi realidad será una, integrada, completa; derribaré el orden de los comportamientos que organizan comedidamente los paisajes de mi miopía. Soy una, en mí cabe todo lo posible, lo por descubrir, lo mucho que he hecho, sentido y vivido. Le dejaré abiertas las puertas de mi jardín a la lógica traicionera y me dejaré sentir, sentir, sentir, sentir...sentir y vivir, sentir desde lo más profundo, aceptando mis raudales, mi marcha intensa, mis emociones arrolladoras; desde ellas crearé mis canciones y les coronaré un sitial importante. Las gritaré al viento, las disfrutaré desde el alma, les daré cobijo y estabilidad. Hoy, prometo acariciarme y dejarme acariciar, hoy decido no tener barreras, decido mostrarme vulnerable, decido ser yo sin ninguna pretensión, decido encontrarme conmigo misma, desnuda y hermosa, decido querer mis defectos, agradecer el dolor, palpar la tristeza y saborear la alegría. Hoy, decido ser feliz.

martes, 18 de agosto de 2015

dejar atrás y empezar una vez más

dentro de mi cuerpo habita la fuerza de lo desconocido, la espera creciente de lo que no sé, la lucha con la tenacidad de un posible campo minado que rehuyo, el estallido abrumador de los gritos que he decidido callar, el llanto profundo y arrollador de las lágrimas reprimidas y el destello distante que brilla para alumbrar el porvenir; la totalidad, el infinito y mis confusas ganas de avanzar con vitalidad hacia el más allá.
Dentro de mis formas, me encuentro distante, irreconocible, borrosa e intermitentemente centelleante. He sido un faro para otros, un refugio para extraños, para antiguos conocidos que he decidido desechar. He sido ese lugar común para encuentros superficiales, para risas y besos furtivos. He sido ese cobijo necesario para retomar la marcha, esa zona de descanso, siempre dispuesta y presente para otros, ese paraje que alguien anheló llegar para aferrarse a mis posibilidades de amor ciego, sin condiciones. He sido tantas cosas y tantas personas para el mundo, la "disponibilidad" tendió a definir mi identidad y estuve encasillada dentro de sus márgenes, fui constante y obediente para jugar los roles que me pedía, aunque el corazón ardiera, siempre mantenía la candidez de mi papel en este juego. Lo hice por necesidad afectiva, por querer ser querida, por convertirme en alguien importante para el resto, para que nadie se olvidara de mi existencia, para recibir elogios, para que mi nombre resonara y para convertirme en un ser, supuestamente, significativo. Y fue así como, paradójicamente, me convertí en la esencia de mi nombre, en ese "pilar", fuerte e inamovible, fui el roble que se expuso al temporal, el que dio la cara por todos, el que se resecó -por decisión propia- y nadie lo notó, ese faro solitario y cansado al que nadie le preguntó de su subjetividad, el que aprendió a lamerse las heridas y a construir un pequeño mundo de ensueños interior. Poco a poco olvidada para el entorno y desterrada a su propia fantasía; ese bunker mental, en el que mi propia voz me bastó para encallar la angustia y el desamor. Y lo develé, lo observé desde afuera y me vi disociada, extraña de mí, de mi vida mental y mi cuerpo físico, ocultándome mis propios miedos para no sufrir, creyéndome sola y solamente capaz de autoacariciarme, despreciando el cariño ajeno y la preocupación de un otro. Despidiéndome antes de que me echaran, no dejándome mostrar, con tanta vulnerabilidad y fragilidad a cuestas, escondiéndola bajo un cuerpo indemne, desafiando los cambios con vehemencia y falso orgullo de mi condición basal tan frágil y negada, tan llena de abandono y vacío profundo. Cimenté un camino cargado de estrategias que solo me remitían a revivir las condiciones del origen, a la defensiva, ocultando el trasfondo, la pena, el cansancio; ocultándome de mí misma. Y ahora que lo observo, sé por qué lo hice, puedo ver con nitidez el porqué de tantas cosas, de mi forma particular de relacionarme, mi manera de reaccionar ante las despedidas, la tristeza profunda del adiós, el miedo implacable a la soledad...y ahora que lo destapé, he decidido derribar mis barreras, deconstruir con cariño las paredes que me abrazaron y protegieron, desalojarme de mi propio faro,  dejar atrás mi antigua piel que me acompañó tantos años. Hoy opto por dejar atrás con agradecimiento lo que fui, con coraje y decisión, he decidido iniciar un nuevo comienzo, con desenfado y alegría le digo adiós a esa mujer que hizo sus mejores esfuerzos, hoy ya no son suficientes y aún me quedan tantas nuevas posibilidades que develar.


(Fuente: https://thelandisours.wordpress.com/category/illes-balears/formentera/page/2/)

domingo, 16 de agosto de 2015

aunque no estés

te siento desdibujándote, allá, lejos. Te desvaneces y comienzas a ser etéreo, ya no puedo abordarte y pretender aferrarme a la solidez de tu voz ni tus manos. Tu recuerdo se desarma, se hace frío y se condensa; ya volviste a ser de todos. Te siento lejano, ajeno e indiferente, estúpidamente lógico e irónico; traicionando su propio interés. Te siento contraproducente, confuso, sé que has lanzado al azar y al olvido el destello de la unión invisible y temerosa que nos unió -ilusoriamente-. La calidez de tu voz se ha esfumado, la timidez de tu pronunciación es un tibio recuerdo de lo mucho que anhelé oírte (junto con la taquicardia previa que sentía al llamarte). Te extraño pero a la vez agradezco y acepto que hiciste volver a latir mi corazón, lo volviste a encajar, le diste vida, le diste la esperanza de creer en el devenir, en la compañía de un alguien significativo que me alegre los días con detalles cómplices de a dos. Te quiero y te llevo conmigo, pese a tu doble ausencia y tu muda despedida, no he dejado de pensarte y soñarte conmigo -antes de dormir, al levantarme, visualizándote de copiloto y llenándome los días con recuerdos inexactos y quizás algo adornados-. Como sea, imaginándote, estás y vuelves; y eso me basta para sonreír.

martes, 4 de agosto de 2015

añoro

añoro tu forma, tus ganas, tus besos, tus manos y tus intenciones conmigo. Añoro tu presencia, tu pecho ceñido al mío, tus manos entrelazadas y tu pasos sincronizados. Añoro mirarte de lado y saber que estás, tus ganas de permanecer, de sostenerme y abrazarme. Añoro tu aliento y tu respiración en mi boca, tu presencia constante -aunque breve-, saber que puedo apoyarme en tu espalda y que no quieres desapegarte de mi lado. Añoro las andanzas, las risas, las sonrisas intermitentes, las palabras compartidas, la agitación reverberante de nuestros cuerpos unidos, el calor que emanó de ahí y la ensoñación de permanecer infinitamente juntos. Añoro el color de tu voz, tu acento particular, tus gestos, tu forma de caminar, tu altura y tu fisonomía. Añoro tu calma, tu ecuanimidad, tu tiempo y pausas para responderme, tu buenas intenciones, tu manera de pedir disculpas. Añoro la atención propuesta para escucharme, añoro la forma en que me besas la frente y acaricias mi pelo, añoro poder apoyarme en tu hombro y que me prestes tu humanidad para descansar en ella. Añoro los detalles, la longitud de tus dedos y el color de tu piel. Añoro tu forma de nombrarme, las palabras que te definen, los gustos que compartiste y tus ansias de develarme. Añoro que estés -aunque no estés-, añoro que te atrevas una vez más y podamos fusionarnos en una pista de baile, en tu cama, en tus calles, en tu mundo. Añoro una añoranza, lo sé, pero no me importa, porque añorando se me hace más liviano respirar lejos de ti.

jueves, 30 de julio de 2015

¿Qué te falta de mí si mañana no nos vemos?


Te pregunto, esta vez, apostróficamente,sé directo y respóndeme con transparencia y voluntad. Cuando las cosas llegan a su límite interno no nos queda más que soltar y movernos con la cadencia de la vida y sus ciclos. La paradoja es que si te dejo ir, sabiendo que se vendrá una renovación mutua, lo más probable es que decidas quedarte; ya no sé. Si mañana no estoy, si me voy, si tomo la ruta de la distancia, el desapego y la nostalgia del "hasta siempre", por favor, dime qué es aquello que te falta de mí, cuéntame con soltura y liviandad qué es eso que aún nos queda, lo intangible que ansía plasmarse, la belleza de lo desconocido que busca delimitar sus formas entre nosotros, con nuestros planes no trazados; esas ráfagas alegres que nos tienden a invadir y aligeran la fatiga de lo cotidiano, de lo mundano, del hábito urgente y la costumbre presurosa y sin sentido trascendente. Mírame a los ojos con brillo centelleante y alumbra mis proyectos con tus ganas, con tu paciencia y tu determinación, ábrete a sentir, a darle vida a ese mundo interior que no conoce las barreras de la razón, que evoca cada segundo nuevas vivencias subjetivas, que siente, que presume, que admira, que goza, que intuye, que palpita sincronizado a tus ensoñaciones más profundas; que no se liga a las ataduras materiales, que revolotea alegre y fecundo alrededor de sus sueños e ilusiones. Te vuelvo a insistir, hazlo de una vez, es una pregunta que todos deberíamos hacernos a nosotros mismos y a quienes queremos, cuestionando el andar, cuestionando los pasos, los devenires, lo azaroso y lo planificado...si mañana no me encuentro, no te encuentro y me observo vacía y solitaria, esto no habrá tenido significado alguno. Aquí estoy, dispuesta, sencilla, ansiosa y abierta, esperando mi (propia) respuesta.

martes, 28 de julio de 2015

esto es

no entiendo cómo funciona el juego del "amor", antes me creía tan sabia, tan capaz de conquistar profundamente a alguien, tan rápido y a mi manera, me bastaba una sonrisa, unas miradas con ganas de cruzar límites y ciertas palabras ingenuas pero insinuantes, que me abrían las sendas que solía recorrer con toda mi voluntad y con mis certezas liderando un proceso que, desde siempre, sabía cómo comandar. Se me hacía fácil y neutro, todo decantaba cuando alrededor de un mes después, me ofrecían un compromiso que sellábamos con un cálido beso y el comienzo de una (nueva) historia de amor. Pero ahora dudo, dudo, realmente, que eso haya sido "amor", dudo de que todo haya sido tan fácil, dudo que sinceramente hayan sido conquistas; quizás éramos tan solo dos soledades desamparadas queriendo completarse, provistos de miopía y egoísmo. Ha sido tan extraño y ajeno este proceso de replanteamiento, la búsqueda de pareja -o el súbito y sincrónico encuentro entre dos- es una utopía, tal como la he proyectado en mi cabeza (tan llena de lecturas y nuevos aprendizajes respecto a la verdadera significancia que encubre la noción de un par). Es un lugar inalcanzable, ahora me siento exigente, cansada y la resonancia de una relación se me pondera exageradamente difícil y agria. Tampoco he podido dilucidar mis sinceridades cuando me autocuestiono si la necesidad de tener a alguien es real o es una estrategia de supervivencia que ideé hace tantos años atrás. Me siento perdida, cansada y un poco triste, también impotente; ya nada depende de mi voluntad, temo avanzar y proponer un encuentro, me angustia imaginar el futuro, tengo la absoluta incerteza del porvenir esperándome e invitándome a disfrutar lo que quiera entregarme. La frase "la excusa más cobarde es culpar al destino", me retumba internamente, pero he optado por una actitud reactiva; le dejo las ganas a quién decida empaparse de ellas.

tus (a)brazos

tengo nostalgia de un abrazo, de esos genuinos, auténticos, llenos de entrega y cuya única ambición es acariciar el alma del otro. Esos abrazos acogedores y cálidos, desinteresados, estrechos, cargados de generosidad, rebosantes de cariño, de ternura e ingenuidad. Tengo ansias de un abrazo que pretenda jugarse en un breve lapso, la sincronía de la eternidad, un abrazo profundo, que marca, que expande con su energía en la estrechez del nicho entre dos. Quisiera ser enredada en los brazos gentiles de un alguien dispuesto a cobijarme en su pecho, que meza con suavidad la fragilidad que encarna mi creciente vulnerabilidad; no pido sustento, tampoco que se hagan cargo de mi emocionalidad a raudales, ni que ese arrullo solucione las apremiantes ganas de, a veces, huir. Solo pido que la disposición de tus (a)brazos me sumerjan en ese espacio, me detengan y amarren por un momento, y así pueda tener la certeza de que siempre habrá alguien que pueda estrecharme cuando necesito un ratito de amor.


domingo, 26 de julio de 2015

contracciones emocionales

la luna sabe seguir sus ritmos, se reconoce cíclica, no es que sea voluble ni volátil, solo sabe que debe flexibilizar y permitirse vivenciar con libertad sus ciclos. Los conoce, los devela; ya los integró y se mueve con ellos, con toda la soltura a sus anchas. A la distancia parece lejana y retraída, quizás un poco misteriosa e impredecible, pero en realidad, quienes la evalúan son observadores externos, desde la razón. Esa femeneidad incomprensible y, aparentemente, inabordable, suele ser aprehendida desde una polaridad ajena a ese velo de simpleza que subyace a la lógica. La luna, en los profundo de sus abismos, ha aprendido a convivir consigo misma, tomó la valiente decisión de sumergirse en la oscuridad de sus mares y desde allí, mirar todo lo que le rodea; la superficie se le hizo pequeña y no encontró en ella las motivaciones para llegar, alguna vez, al punto neurálgico de su esencia. No quiso conformarse con ese convivir a medias, con ese andar presuroso y desbordante de razones para sobrevivir, descubrió su propia intensidad y necesitó navegar por las rutas inconexas, opacas, a veces agrias y duras de sí misma, tuvo el coraje de observarse en total desnudez, sin autoengaños, sin autocomplacencia. 

lunes, 20 de julio de 2015

las flores


Cuando intento develar la belleza de las flores, creo que lo intento hacer, es focalizar en lo sencillo y mundano, la neutralidad de la vida. En los pequeños detalles existe una sensibilidad infinita, en ellas se encuentra el universo entero, son el reflejo del poder de la naturaleza; del que suelo rehuir, intelectualizando las emociones que vibran y potencian mi andar. Las flores no necesitan ser fotografiadas para ser bellas, no necesitan que las aprecie para que puedan florecer, tan solo son, están expuestas y dispuestas a ser observadas, pero sin pretensiones. Cada tanto se desnudan, tardan en crecer, tardan en llegar a ser, son temporales, son -paradójicamente- complejas, pequeñas y sutiles. Me muestran sin querer, que cada tanto debería observarlas con mayor detención para alcanzar mayor quietud y desenfado.

domingo, 19 de julio de 2015

intersoy contigo

me quedó rondando la idea de que al encontrarte, al evocarte e integrarte, traspasando la barrera de lo desconocido e, incluso, impensado, me encontraría con mi segunda o primera mitad. Bajo esa premisa, que encontré llena de significancia y contenido, pude relajarme y bosquejar una sonrisa, en realidad, no era descabellado ni excesivamente triste o espantoso, emprender la tarea de conocerte, conocernos y conocerme, una vez más; en nuevas facetas y ambiciones. Develar sin miedo, ni preocupación un apartado mío que viví invisibilizando sin querer. Poco a poco, pude comenzar a apropiarme de tu herencia, sin conocer nada, solo teniéndome e intencionando encontrarte en las huellas de mis rasgos, en gestos, en inervaciones de un nuevo vivir, apoyando con prestancia mis pasos y pie derecho, en hallarte en mis sonrisas y humor; quizás en mi coquetería también. En mis gustos por los viajes, por lo extranjero, por el placer de experimentar una noche intensa, las fiestas, los desconocidos y transitorios contactos que se entablan en ella. A veces, también, el alcohol, esa repentina alegría que inunda y pareciera que borrara con plena conciencia lo que se trae a cuestas. En fin, me he encaminado hacia tí, lo que es lo mismo, que encaminarme, desde otra arista, hacia mí, es decir, una unión que nos beneficia y nos aligera el peso que creímos implacable, quizás ese malestar sin origen, que quisimos esconder de nosotros mismos. Sea donde sea que estés, estás o estuviste, logré imaginar, contornear a lo lejos tus formas, tu sonrisa, tu liviandad; lo más probable es que ni siquiera sepas que existo, o quizás, meditadamente, te alejaste cuando supiste que vendría. No importa, o quizás sí, pero creo, que lo más importante, es saber que agradezco a ojos cerrados y a ciencia cierta, tu espíritu en mí, es lo que es y lo que bastó para que tengamos lo que tenemos y lo que somos y estamos siendo, por mi parte, estoy orgullosa de lo que soy y eso, se debe, en el origen, a tu presencia. La primera o segunda mitad, ese encuentro que permitió mi desenlace vital; te llevo con agradecimiento, con amor y buen humor. Te llevo en mí, en mi subjetividad, en mis profundidades, en los rincones desconocidos, en lo que aún no descubro, lo importante, es que sé que estás.

sábado, 18 de julio de 2015

un nuevo comienzo

si me atrinchero, lo más probable es que sea por miedo. Pero también es porque aprendí a apreciar la disposición de mi subjetividad dentro de mis propios límites, es porque, ahora, con plena conciencia, prefiero dejar de ser apostrófica y dedicar ilusiones banales, empapadas de (seudo) amor a figuras que no lo merecen. Es porque estoy en pleno dominio de mi propia luz, de mis seguridades y de mis atributos para conquistar los horizontes que recorreré. Es porque he optado por reconectarme y no desconectarme. Y me asombro de cómo han cambiado las cosas; hace un año era una completa desconocida para mí. Era una mujer desenfocada, triste e insegura, descentrada, en búsqueda de sustentos externos, en constante búsqueda de un alguien, un alguien que completara mi existencia, sin darme cuenta que nunca, realmente, necesité a nadie para ser. Sin embargo, al reconocer mi pasado -tantas experiencias intensas y constantes durante 26 años de un vivir a medias-, he llegado a la primera conquista, consistentemente densa y gratificante que ha llenado mi vida desde entonces, que me ha aterrizado y me ha dado la tranquilidad que no tenía. Si me tropiezo con incoherencias, es tan solo que estoy aprendiendo a vivir con estos nuevos paradigmas, con nuevas visiones, con nuevas certezas, con nuevos amores y territorios insospechados, es el aclimatamiento de una nueva perspectiva, es una nueva convivencia, con ajustes y desajustes, con crisis y triunfos; aquí estoy, pensando, sintiendo y haciendo una obra nueva, con nuevos personajes, con nuevos protagonistas, con nuevos escenarios y facetas; si es que llego a atreverme a decidir decir "te quiero", serás el primero en saberlo.

el nudo

por cada centímetro que el nudo tiende a ajustarse, pujo por descomprimirlo. Al hacerlo, me esfuerzo con vehemencia, con iniciativa para no permitir caer una vez más, para no dejar que la desidia y la pena vuelvan a ponderarse con la prestancia de antaño. Ahora estoy posicionada desde otro ángulo, puedo observarlo y dominar con mayor soltura los vaivenes que, hace un tiempo, creía irrefutables. El nicho que me cobija, es solo mío, el nudo que me ata también. Sé que lo creo yo, sé que temporal, sé que son la condensación de mis miedos y que tengo el poder para convertirlo en seda acompasada a mi bienestar. También puedo distinguir que en mi cabeza, en mis esquemas mentales, en mis cómodas rutinas, navegan deseos inciertos, secretos inconfesables, tormentas emocionales que, a ratos, parecen superarme y sabotear los mapas que alumbran el norte, pero no importa, porque estoy conciente de que son cuadrantes, que contienen, con la misma intensidad, las cristalizaciones de lo que ahora soy. Los reconozco como propios y los integro con templanza, no puedo pretender eliminarlos, si he llegado donde estoy, es debido a su potencia, su irrefrenable pasión y no puedo omitir la maraña que antes fui; solo habitando el caos puedo distinguir la calma paz que inunda mi corazón actualmente, aquella tranquilidad basal que siempre estuvo, pero que antes no pude ver. Si mi pecho se infla y nacen lágrimas de mis ojos, me dejo sentir, me conecto y presiento que tan solo están decantando los momentos que antes no quise apreciar, son las traiciones que cometí en contra de mí, son el arrancar de mi propia presencia, son la pena que omití y que preferí ahogar en cuerpos ajenos, son los abrazos que no pude darme, son las palabras de aliento que no pude gritarme al oído, son los cariños que no me hice, son las ganas que acosté a dormir...

jueves, 9 de julio de 2015

ir y venir

respiro tan conciente del presente, de esos segundos en los cuales se juega el todo, el devenir, el ir y venir, volver, empezar una y otra vez, sin remordimientos, sin ansias, sin necesidad de sujetar...todo viene y va, a su ritmo preciso, tan natural. Y ahí me observo, desde fuera, serena, en paz, con el infinito de aliado, con la totalidad superpuesta y dispuesta, con capacidades inconmensurables, evocando lo que soy; tan coherente, tan tranquila. Me he convertido, paso a paso, en quién soy, estoy orgullosa de mis avances, mi trabajo, el sudor, las ganas, las lágrimas, las despedidas, los aprendizajes, la sensación profunda de pérdida y vacío, besos desperdiciados y lanzados al azar, amantes furtivos que me cobijaron sin pretensión, abrazos desesperados...y me veo, ahora, encontrándole el sentido a cada trozo de lo que pasó. Llevo mi pasado con agradecimiento y aprecio, todo estuvo perfectamente equilibrado, mi miopía me ahogó a ratos, pero ya no. Me contraigo en mis percepciones y desde ellas inicio un nuevo comienzo, un nuevo camino en el que soy mi única y gran compañera, me acaricio el alma, cultivo mi jardín. Enfoco desde el amor y me dejo seducir por todo lo que habrá de llegar...estoy contenta.

jueves, 2 de julio de 2015

vísteme de infinito el corazón

apropiándome de esta metáfora, resumo los últimos días y la inmensa variedad de emociones y momentos intensamente jugados, un poco, al azar. Lo escribo, porque quiero que permanezcan en este espacio virtual que nos une y que nos ayuda a alumbrar de mejor manera el futuro. Agradezco al destino, agradezco la sincronía, agradezco tu presencia aquella vez, agradezco tus formas, agradezco tu cuerpo, tus besos, tus abrazos y tus manos entrelazadas a las mías. Tu pecho latiendo al unísono con el mío, las ganas de permanecer, los halagos, las breves sonrisas que emergieron, genuinamente, desde el alma. La incerteza es mi ancla, sé que la razón es traicionera, me quedo con lo vivido, me quedo con la experiencia, te llevo en mis recuerdos, en mis sonrisa cotidiana, en mi bagaje de tesoros; de anécdotas que contaré, en algunos años, para colorear mi jardín, para no arrepentirme de mi existencia. Gracias por tanto.


miércoles, 27 de mayo de 2015

las ventajas de la adultez juvenil

allí te encontré, en esa fiesta resonsante, llena de gritos y risas al unísono. Nos dirigimos la mirada un par de veces antes de empezar a conversar, te observé ligeramente, estabas solo, rellenando el espacio con las manos en los bolsillos y la breve luminosidad de la compañía inerte del celular. Me acerqué, te saludé con una sonrisa inocente, esperé una respuesta. Me sonreíste de vuelta y empezamos un lapso de preguntas y respuestas rápidas, necesarias, para cimentar un desenlace. En realidad, no sentí nada especial cuando te ví la primera vez, no obstante, tenías un dejo de madurez y masculinidad que alimentaron mis ganas de mantener una conversación -medio serio, medio en broma- de algunos temas que nos tocaban de manera tangencial, y así, mi humanidad prefirió escucharte de cerca para corroborar las ventajas de la adultez juvenil que luego pudimos vivir. Sin embargo, antes de abandonar ese espacio que nos ató voluntariamente, me pediste el teléfono -yo, a cambio, te ofrecí que revisaras mi facebook-. Después de un rato de estar sentados, te propuse ir a bailar, en plena sobriedad, te incité a que jugaras un poco con mi cuerpo, contornéandose, frente a tí...ese fue el inicio de un par de encuentros casuales en tu pequeño espacio, donde la mezcla del alcohol, la música y el deseo se han concertado un par de veces al mes, para dedicarse a revolotear en imaginarios breves de seudo amor.

viernes, 22 de mayo de 2015

el poder de la coherencia

este ha sido uno de los temas más gratificantes del último tiempo. Vivir, despertarme, experimentar y dormir, sintiéndome en paz con mi propia esencia. Ser coherente con uno mismo, con la propia necesidad, se ha vuelto el mayor regalo. Cuando lo ví, lo vivencié, se me abrió el mundo, se me abrieron las ganas, se abrió un nuevo lugar en las coordenadas para mí. Me dí cuenta que nada es ni ha sido en vano, que pertenezco a un cálido núcleo, que desde siempre me ha cobijado, pero que nunca había podido observar con tanta claridad y nitidez. Siempre ha estado todo, casi igual, solo faltaba que yo empezara a mirar desde otro prisma, un prisma templado, una posición más distendida, menos a la defensiva, dispuesta y presente. Que se acerca y expande desde el amor, no desde la crítica y la desidia. Se acerca con ganas, con potencia y energía vital, con un entusiasmo disimulado, que no necesita ser conocido por todos y que no se plasma, meramente, en el reflejo externo, en gritos y algarabía desenfreanda. Se trata de la seguridad, del reconocimiento personal que solo es evaluado por mí, en caminar con desplante y soltura, con los pies muy bien puestos sobre la tierra, con plena certeza de saberme tan capaz...y en eso estoy, digiriendo esta nueva y hermosa verdad que me ha indicado un nuevo comienzo, un nuevo comienzo y porvenir, que es tan solo amor.

jueves, 14 de mayo de 2015

el sol

estoy sintiendo la libertad de vivir segura de mí, de mis formas, de mi humanidad dispuesta en algún pedazo de este lugar. Después de aquella vez en que me diste la energía necesaria para disfrutar mi propia presencia, independiente y jugada al azar por mis propias opciones vitales, he empezado a observar y experimentar todo desde un nuevo prisma, una perspectiva refrescante y estimulante que me ha entregado nuevas herramientas para armar y desarmar lo que pensaba y hacía. No sé cómo plasmar todo este hermoso caudal que me lleva, me mueve y me invita a abrir nuevas ventanas, nuevas oportunidades, nuevos personajes, nuevos escenarios...Me estoy empezando a convertir en quién realmente soy y en quién siempre quise ser. Una mujer confiada de sí, de su entorno, de sus posibilidades e infinitas capacidades. Y aquí estoy, en completa templanza pienso que todo tiene una razón de ser, todo pasado se vive en un presente que devela tantos por qué y me alegro y agradezco todas las condiciones que me han marcado. Me gusta todo este embrollo, me apropio de todo lo que alguna vez negué, ahora lo acepto y agradezco. Sé que vendrán grandes y hermosos cambios.

miércoles, 13 de mayo de 2015

seré sincera

siendo coherente con mi mente y mis palabras, te quiero. Pero te quiero por lo que fuiste, porque fuiste importante, porque te amé con toda la pasión más pura que alguna vez sentí. Porque tuviste el privilegió de que me entregara ciegamente a tu presencia, sin siquiera esforzarte; me esforcé por los dos. Por verte sólido, cada vez más seguro de tí y de tu quehacer. Me alegro, porque quién se endeuda con la vida y el karma eres tú, me siento libre y dispuesta, siento que dí lo mejor, gratuitamente, dí todo lo que tuve en ese momento para dar(te). Y esto me alegra profundamente la vida, me alegra ser quién soy, me alegre saber que puedo entregar sin miramientos, sin dudar. Estoy contenta, porque lo que siento por tí, es genuinamente sano, limpio y transparente. Te quiero y creo que siempre te llevaré con cariño en mi ser. Fuiste un hombre tremendamente importante que llenó el vacío de aquella vez, pero ya no. Hoy y con un largo trabajo emocional a cuestas, estoy segura y más segura de mí, de la nobleza de mi subjetividad, me apruebo en mi esencia, que es amor puro, es un origen amoroso que me ha convencido de mi solidez individual. Hoy, celebro porque no necesito a nadie que me reafirme, hoy puedo ser yo, calma y hermosa. Hoy festejo porque tengo una familia preciosa que me ha dado herramientas infinitas, porque tengo amigos increíbles, porque nunca estuve sola, porque todo mi pasado fue para crecer y para hoy, sentirme muy plena y orgullosa de quién me convertí. Gracias, mi amor -perdona que te llame así, pero me nace hacerlo-, porque sin tí nada de esto sería posible; te deseo lo mejor...

jueves, 7 de mayo de 2015

empezando a volver

nos miramos, sonreí, tú ya lo hacías, siempre lo hiciste. Nos observamos, no dejé de mirarte y no pude evitar sonreír, primero, nerviosamente, luego con mayor soltura. Te sentí igual a mí, dije que habíamos sido parte de lo mismo, una extensión mía presente frente a mí, con esa sonrisa abierta, dispuesta y acogedora, te ví hermosa, te ví serena, sabia de tu historial. Me hiciste sentir segura, bien plantada. Dijiste que estabas orgullosa de mí, de esa persona, enfrentada, en quién me había convertido. Me viste tan niña, pero a la vez tan mujer. Mi pecho se infló, qué orgullo también sentí, de mí, de las dos, de saberme sólida y tan tranquila de conocerte y haber dejado tanta maraña emocional atrás, me costó, lo admito y desde que tomé nociones de abandono, me sentí vulnerada, distinta, me tuve que armar caretas de indiferencia, de que ese origen fue solo un inicio sin importancia de mi ser, crecí un tiempo, con toda el peso de la vulnerabilidad pisoteándome de vez en vez, me encontraba aislada, en mi propio miedo a saber que me dejaste sola, dispuesta a mi propia suerte, me hice fuerte, me tragué dolores imposibles, seguí avanzando, seguí reflexionando, me lamí mis heridas, a veces volvían a sangrar cuando un amante me desilusionaba y me encontraba a mí misma, hecha un ovillo, muriendo de pena en mis propios brazos. Y así fue más o menos, durante unos diez años, ese pilar fuerte, a veces carismático y atractivo centro de atención que guiaba externamente mi existencia, algunas noches lloraba sola por dentro, reinaba, entonces, un latente y persisente vacío interior, necesitaba que un "alguien", llenara mi existencia, me hiciera aparecer y también ser quién era, me cobijara y llenara de elogios para hacerme grande y poderosa. Pero ya no, después de un largo camino lleno de tropezones, conversaciones internas, nuevos abandonos amorosos, crisis y luchas por conocerme más, nos encontramos esa vez, frente a frente, te sentí tan igual a mí, que me alivié, respiré y te ví, sonriendo, tan cercana, tan fácil de abordar. Sentí una cálida emoción, no necesité llorar al principio, era alegría pura, era paz, era estar en pleno dominio de mi tranquilidad, estábamos tan cómodas mirándonos, dejando que el río mental fluyera y se cargara de puros momentos buenos, no pude dejar de apreciarte. Cuando me abrazaste y logré converger contigo en ese abrazo envolvente, caliente, te ví amándome, con tus gestos, con tu sencillez materna y supe que había tenido un origen amoroso, mi presencia en tu vida y en la de los demás, no fue en vano. Me sentí amada desde siempre, noté tu gesto amoroso, supe que todo había sido planificado por amor, para nuestro propio bien. Senti una gratitud profunda y genuina, inmensa. Todo lo que alguna vez, en mis plenos cabales, quise decirte, no necesitaron palabras para expresarse, se fundieron en nuestras miradas y en mi gesto de recibir todo el amor que tenías para darme, ese amor que reconforta y me dió la seguridad basal para enfrentar el día a día con menos piedras en la mochila. Qué alivio, qué hermoso momento. Te pregunté si estabas bien, me dijiste que sí, yo también, estábamos tan bien, sin reproches, sin sobredramatizaciones. Y así fue como desde aquella vez, me siento más coherente con mi esencia, me siento hermosa, plena, llena de motivos por los cuales vivir llena de amor, agradecimiento, entrega -y también sabiendo recibir-. La noticia que mi mamá me dio hoy, si bien no me generó una tristeza real y profunda, me conmovió, me dejó reflexiva, un poco a la deriva, no sé hacia dónde dirigir mis pensamientos y emociones. Te quiero, siempre te querré y siempre te quise, somos parte de lo mismo, me diste lo esencial para poder convertirme en quién soy, sin más ni menos, me dejaste esa libertad para que mis padres me cobijaran con tanto amor, sé que solo lo que nos une es amor, es agradecimiento, es orgullo. Nos encontraremos el día que tenga que ser, te llevo en mi interior con cariño y aprecio, sé que estás conmigo y eso es suficiente. Un abrazo como el de aquella vez, descansa en paz hasta nuestro encuentro.

miércoles, 1 de abril de 2015

la ansiedad de esperar nada

últimamente, me he perdido dentro de mis propios abismos y me trato de aferrar a las pocas consistencias que he encontrado ahí. Me afano por permanecer sometida a mis propias leyes, así, algunos días son intensos, enérgicos e incluso prometedores de ese porvenir que se ha comenzado a desdibujar. Luego,un rato después, me abruma el pensamiento de saber que este presente, ese ciclo del despertar, donde mantener un estado de vigilia, relativamente, prudente, me albergue para soltarme al vacío en la noche, es eternamente circular y no me reporta más que una repetición monótona de historias; cuentos, que, si bien son entretenidos de escuchar a un oído ajeno, no alcanzan a llenar la soledad en potencia de mi propia subjetividad; y ante la rendición, he optado por ocultar la espera de esa inminente promesa, con compañía fugaz e impermanente de cuerpos esquivos que duran la breve eternidad de un encuentro casual. Y esto se ha vuelto, nuevamente, rutina, un patrón casi necesario, que me saca del ahora y me lleva a otras latitudes con extraños y antiguos conocidos que se inmiscuyen un rato en mis cavidades, haciendo de la esperanza, un suplicio menos aterrador...

lunes, 23 de marzo de 2015

bendito viernes

el momento que nos atrapó, ha seguido persistente y recurrente, en mi memoria, me llenó de nuevas razones para volver a creer en esa noción de amor, que creía perdida o incansable por su lejanía, porque estoy aterrada, terriblemente asustada por lo que pueda pasar. La herida, pese a que ya se transformó en cicatriz, pues ya no arde ni duele, me instaló en un campo minado, me encarceló en mis propios miedos y en la posibilidad de que la historia pueda volver a repetirse una y otra vez más, o sea, en entregarme y volver a perder de la manera más dura y dolorosa posible.