jueves, 31 de diciembre de 2015

nuestro(s) abrazo(s)

primero, me aferré a tu calor, nos fundimos en un abrazo, ya conocido, tan cálido y lleno de expresiones mudas que permearon mi alma, le recordaron los aprendizajes de antes, el amor de nuestro encuentro, la omnipresencia de su alcance y tu invisible, pero permanente presencia; rondándome, cuidándome, sosteniéndome desde lejos. Después de sincronizar nuestras inhalaciones y exhalaciones, de tomarte y dejarme perder un ratito en tus brazos y la profundidad de su fuerza, continué hacia un nuevo nicho, aquel recoveco conocido, de tanta entrega y tantas preocupaciones por verme plena y feliz, a ese abrazo siempre dispuesto, aunque a veces esquivo, que cuidaron mi vida y le han dado aliento y solidez a mis pasos. Me detuve con orgullo y agradecimiento al ver la complicidad que había entre ustedes, del tejido de unos lazos que nunca, realmente, me abandonaron, me conmovió tu dolor de caderas y tu interés en movilizar y concluir mi búsqueda y, así, motivar mis respuestas. Te susurré mi cariño, mis "gracias" infinitas y mi amor cristalizado, mi amor lleno y fecundo, que a veces, quizás, te cuesta recibir. Luego, continué por mi senda, ya en mi propio mundo y construcción personal, solo abrí y amplié mis alas, para estrecharnos, las tres, en un abrazo lleno y abarcador, un abrazo completo, que unifica y sostiene con fuerza y vehemencia las particularidades de cada una; en esa unión, había respeto, amor y cuidado, intención de proteger, de querer y ser feliz. Pudo haber sido eterno, era real, era intenso y hermoso, éramos una, por primera vez, una sola subjetividad, que acepta con amor su luz y su sombra, que deja lugar para que ambas se permitan ser en un nuevo continuo, más entero y genuino. Con emoción, me desprendí de este bello enlace, y continué mi peregrinaje hacia el agradecimiento fundido en este nuevo abrazo que le dí a quién me descubrió, a quién alentó mi presencia en sus vidas, a quién, silenciosamente, mueve los hilos y se alegra de quién soy, sus palabras escuetas, pero certeras, me acarician el alma y, a veces, caprichosamente, le dan lugar a mis invenciones, a mis ocurrencias y a mis intentos de ser más yo. Me resuena su pragmatismo y su noción de que "todo suma", esto es un avance y hay que continuar; tantas gracias por ese breve resumen de lo que ha sido y será. Finalmente, sigo mi rumbo y estás tú, ese eslabón perdido, mi primera o segunda mitad, esa pieza fundamental sin la que no podría haber existido, te encontré allí, reconociéndome y admirándome, tus palabras copiosas y tus ganas de que aprehendiera todo lo que no pudiste transmitirme antes, o alguna vez, te tomé con orgullo, con agradecimiento, luego de todo, estabas ahí, pidiéndome que abrazara la vida y fuera feliz. Lo soy, luego de veintisiete años de búsqueda, de encuentros, desencuentros, críticas, alegrías furtivas, penas y llantos incandescentes y ganas de crecer, agradecí mi lugar en este mundo, tomé la vida con alegría, con agradecimiento, con conciencia y mucho amor. Mi origen, es amoroso, mi desenlace, también. Ahora, que he encontrado mi propio lugar, dentro de mí, me permito avanzar con firmeza y vehemencia, hacia ese lugar tan mío y tan contenta y afortunada de "ser". Gracias.

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