apropiándome de esta metáfora, resumo los últimos días y la inmensa variedad de emociones y momentos intensamente jugados, un poco, al azar. Lo escribo, porque quiero que permanezcan en este espacio virtual que nos une y que nos ayuda a alumbrar de mejor manera el futuro. Agradezco al destino, agradezco la sincronía, agradezco tu presencia aquella vez, agradezco tus formas, agradezco tu cuerpo, tus besos, tus abrazos y tus manos entrelazadas a las mías. Tu pecho latiendo al unísono con el mío, las ganas de permanecer, los halagos, las breves sonrisas que emergieron, genuinamente, desde el alma. La incerteza es mi ancla, sé que la razón es traicionera, me quedo con lo vivido, me quedo con la experiencia, te llevo en mis recuerdos, en mis sonrisa cotidiana, en mi bagaje de tesoros; de anécdotas que contaré, en algunos años, para colorear mi jardín, para no arrepentirme de mi existencia. Gracias por tanto.
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