martes, 18 de agosto de 2015

dejar atrás y empezar una vez más

dentro de mi cuerpo habita la fuerza de lo desconocido, la espera creciente de lo que no sé, la lucha con la tenacidad de un posible campo minado que rehuyo, el estallido abrumador de los gritos que he decidido callar, el llanto profundo y arrollador de las lágrimas reprimidas y el destello distante que brilla para alumbrar el porvenir; la totalidad, el infinito y mis confusas ganas de avanzar con vitalidad hacia el más allá.
Dentro de mis formas, me encuentro distante, irreconocible, borrosa e intermitentemente centelleante. He sido un faro para otros, un refugio para extraños, para antiguos conocidos que he decidido desechar. He sido ese lugar común para encuentros superficiales, para risas y besos furtivos. He sido ese cobijo necesario para retomar la marcha, esa zona de descanso, siempre dispuesta y presente para otros, ese paraje que alguien anheló llegar para aferrarse a mis posibilidades de amor ciego, sin condiciones. He sido tantas cosas y tantas personas para el mundo, la "disponibilidad" tendió a definir mi identidad y estuve encasillada dentro de sus márgenes, fui constante y obediente para jugar los roles que me pedía, aunque el corazón ardiera, siempre mantenía la candidez de mi papel en este juego. Lo hice por necesidad afectiva, por querer ser querida, por convertirme en alguien importante para el resto, para que nadie se olvidara de mi existencia, para recibir elogios, para que mi nombre resonara y para convertirme en un ser, supuestamente, significativo. Y fue así como, paradójicamente, me convertí en la esencia de mi nombre, en ese "pilar", fuerte e inamovible, fui el roble que se expuso al temporal, el que dio la cara por todos, el que se resecó -por decisión propia- y nadie lo notó, ese faro solitario y cansado al que nadie le preguntó de su subjetividad, el que aprendió a lamerse las heridas y a construir un pequeño mundo de ensueños interior. Poco a poco olvidada para el entorno y desterrada a su propia fantasía; ese bunker mental, en el que mi propia voz me bastó para encallar la angustia y el desamor. Y lo develé, lo observé desde afuera y me vi disociada, extraña de mí, de mi vida mental y mi cuerpo físico, ocultándome mis propios miedos para no sufrir, creyéndome sola y solamente capaz de autoacariciarme, despreciando el cariño ajeno y la preocupación de un otro. Despidiéndome antes de que me echaran, no dejándome mostrar, con tanta vulnerabilidad y fragilidad a cuestas, escondiéndola bajo un cuerpo indemne, desafiando los cambios con vehemencia y falso orgullo de mi condición basal tan frágil y negada, tan llena de abandono y vacío profundo. Cimenté un camino cargado de estrategias que solo me remitían a revivir las condiciones del origen, a la defensiva, ocultando el trasfondo, la pena, el cansancio; ocultándome de mí misma. Y ahora que lo observo, sé por qué lo hice, puedo ver con nitidez el porqué de tantas cosas, de mi forma particular de relacionarme, mi manera de reaccionar ante las despedidas, la tristeza profunda del adiós, el miedo implacable a la soledad...y ahora que lo destapé, he decidido derribar mis barreras, deconstruir con cariño las paredes que me abrazaron y protegieron, desalojarme de mi propio faro,  dejar atrás mi antigua piel que me acompañó tantos años. Hoy opto por dejar atrás con agradecimiento lo que fui, con coraje y decisión, he decidido iniciar un nuevo comienzo, con desenfado y alegría le digo adiós a esa mujer que hizo sus mejores esfuerzos, hoy ya no son suficientes y aún me quedan tantas nuevas posibilidades que develar.


(Fuente: https://thelandisours.wordpress.com/category/illes-balears/formentera/page/2/)

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