martes, 24 de noviembre de 2015

encontrarte

cuando nos encontramos, me dejo llevar por lo apacible de una noche dominical, guiados por el ocaso de un día agónico, esperamos que la oscuridad haga su entrada para disponernos a besarnos sin apuros y con una tranquila pasión que acompasa nuestras miradas y movimientos. La complicidad se alía a nuestras ocultas intenciones, que comienzan a florecer con premura, lentamente más presurosas y audibles. Nos adentremos en nuestro deseo, en nuestras ganas de develar lo desconocido, sin apartarnos la mirada, haciendo de la profundidad de tus ojos -que tanto quiero- un recoveco necesario para poder encallar la agitación que nos acoge con ternura y callando las ganas de envolvernos y quedarnos quietos, entrelazados. Me acomoda libremente en tu pecho, mientras sostienes mis manos entre las tuyas, te acaricio el pelo y beso tu frente, me devuelves los gestos y cierro los ojos para atesorar, con tanto cariño, aquel ratito de amor.

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