martes, 28 de julio de 2015

esto es

no entiendo cómo funciona el juego del "amor", antes me creía tan sabia, tan capaz de conquistar profundamente a alguien, tan rápido y a mi manera, me bastaba una sonrisa, unas miradas con ganas de cruzar límites y ciertas palabras ingenuas pero insinuantes, que me abrían las sendas que solía recorrer con toda mi voluntad y con mis certezas liderando un proceso que, desde siempre, sabía cómo comandar. Se me hacía fácil y neutro, todo decantaba cuando alrededor de un mes después, me ofrecían un compromiso que sellábamos con un cálido beso y el comienzo de una (nueva) historia de amor. Pero ahora dudo, dudo, realmente, que eso haya sido "amor", dudo de que todo haya sido tan fácil, dudo que sinceramente hayan sido conquistas; quizás éramos tan solo dos soledades desamparadas queriendo completarse, provistos de miopía y egoísmo. Ha sido tan extraño y ajeno este proceso de replanteamiento, la búsqueda de pareja -o el súbito y sincrónico encuentro entre dos- es una utopía, tal como la he proyectado en mi cabeza (tan llena de lecturas y nuevos aprendizajes respecto a la verdadera significancia que encubre la noción de un par). Es un lugar inalcanzable, ahora me siento exigente, cansada y la resonancia de una relación se me pondera exageradamente difícil y agria. Tampoco he podido dilucidar mis sinceridades cuando me autocuestiono si la necesidad de tener a alguien es real o es una estrategia de supervivencia que ideé hace tantos años atrás. Me siento perdida, cansada y un poco triste, también impotente; ya nada depende de mi voluntad, temo avanzar y proponer un encuentro, me angustia imaginar el futuro, tengo la absoluta incerteza del porvenir esperándome e invitándome a disfrutar lo que quiera entregarme. La frase "la excusa más cobarde es culpar al destino", me retumba internamente, pero he optado por una actitud reactiva; le dejo las ganas a quién decida empaparse de ellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario