Qué triste
permanecer en mí, en mi dulce y agónico duelo. Prefiero desvelarme hasta que ya
no exista, a seguir pensando cada día y cada noche en ti. Recurrente tu figura,
significativa y voraz. Apariciones furtivas y mudas que espantan mi presente y
seducen la memoria de los olvidados, de los caídos, de tu y yo, abrazados hace
un tiempo…besarte de vez en vez no me vendría mal.
Saber que sigues en
la rutina, dentro de tu reloj puntual, siguiendo tus caminos recurrentes, el
regreso a casa, cansado, lento. Un día animado, quizás otros con el alma
hinchada de dolor, quien sabe, ahora solo puedo visualizarte de afuera, no puedo
dilucidarte como antes, aun cuando me sienta capaz de deletrearte al revés y al
derecho, sé que el tiempo ya dejo caer su amenaza sobre ti, y que cada día me
hago más pequeña, menos importante, más olvidada, enteramente invisible ya.
Me pesa esta confesión,
me aprisiona el saber que tus formas siguen tan intactas como la primera vez
que decidiste decirme que realmente era yo quien tu andabas buscando, y tuviste
la valentía de decirme TE AMO.
Y vuelves y te vas,
como un consuelo de seda, que se lava ante la menor lágrima, más similar a un
forma bonita que a un consistente fondo capaz de sostener mis palabras amorosas
y tiernas, que recorren tu rostro, y mis manos que no quieren despegarse de ti,
de tu espalda y tu pecho, que respira complacido y ameno, pero sin intenciones
de permanecer y plasmarse.
No habrá una nueva
oportunidad, no habrá una nueva fusión de ambos, no habrá suspiros en mi boca,
ni risas coqueta en tu voz. Me necesitas, alguna vez, irregular y engañador. Y
allí estoy yo, precisa y acicalado, esperando tu encuentro, ansiosa e insegura,
con atisbos de esperanza de que renueves un discurso y decidas por ti mismo,
volver a empezar. Una nueva oportunidad no nos vendría mal. Tú y yo sabemos,
que el amor aún sigue viviendo, no intacto, pero respirando bajo el fondo del
mar, entre arañas y nuevas figuras, entre intentos fallidos de conocer a
alguien que elimine para siempre tu reminiscencia.
Hoy vivo más, hoy me
siento más plena, hoy no dudo y tengo la certeza de que al despedirte, sin
coacción y sin mentir tu TE QUIERO, no fue en vano y sembró entre los dos,
quizás el lento comienzo de algo nuevo.
Y yo sólo puedo
atinar a decirte: YO TAMBIÉN TE QUIERO Y QUIERO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario