martes, 14 de mayo de 2013

El paso del tiempo

¿Serías capaz de definir el paso del tiempo?...
De darte cuenta que "lo pasado, pisado" y que todo es de una marcha implacable, de un misterio, de un abrir y descubrir, a veces violento, y que el vértigo se avecina, asciende y te obliga a seguir adelante, a vivir de la mejor forma posible...de dejar recuerdos, recuerdos que solo eso son y que pueden desligarse según queramos, supuestamente, porque el olvido tiene vejez y yo me hago cada día un poco mas olvidadiza, con tantas cosas que aprender, recordar, olvidar, pretender mantener intactas...definitivamente de recuerdos no se vive, pero ayudan a continuar el camino. 

No podría decirte que el paso del tiempo me ayuda, me afirma o reafirma, es algo que al parecer me acuerdo, y si es que no me equivoco, fue de esa y no otra forma...son leves instantes de lucidez, donde puedo extrapolarme al pasado y vivir de nuevo, puedo acordarme de aquella vez, de ese recuerdo que a veces me avergüenza, que puedo saberlo solo yo, que esa arista es la que preferí recordar....puede un recuerdo revolverme la guata y apretarme el pecho, puede su esencia hacerme llorar, es tan larga la sensación, tan intacta...recuerdos...¿qué son?...

Nada más que un viaje corto, fugaz y esporádico a mi niñez, mi niñez que fue un presente eterno, que fue una etapa previa a mi adolescencia, a la entrada a mi cárcel de juguetes…vuelvo atrás y veo a mi madre, no la veo, solo siento que está, imposible que no fuera así…me llevaba al jardín en la mañana, que quedaba cerca de su trabajo, comía chiquitin, tenia un amigo que era más grande, me balanceaba en los recreos, le contaba cosas de mi familia…inventábamos autos que nos trasladaban por el jardín, el día jueves iba a una tía a cantar…me daba vergüenza cantar...tomaba una muñeca y había que creerse mamá (eso sí que lo hacía). 

Aparecen algunos fines de semana en la casa de mis abuelos, las peleas por llevar la silla de ruedas y a mi abuelo, por cierto, en la feria, a comprar los yesos para ponerse a pintar toda la tarde, los cabellitos de ángel del día viernes en la noche…las películas de terror, las pelelas, la televisión española de mi abuelo, los ricolates en el ropero de atrás, las uvas de la parra…ay! 

Qué cruel, qué rápido, qué ganas de vivir, solo un día en el ayer, de refrescar empíricamente y empaparme de esas sensaciones de inocencia, de desinterés  de ánimo, de dejarse guiar solo por las decisiones de un adulto, que sabe lo que hace y que nunca te hará nada. Darle la mano a cualquier adulto responsable que te guía por las calles para caminar. 

Mi dulce niñez, qué daría porque me regalaras un día. Mañana, no lo sé. Pero por qué te apareces hoy, quizás debe recordar mi esencia, mis formas más simples, mi carácter sin remordimiento. La niña chica, con lentes, de la voz ronca, la que hablaba lento, la que rayaba cuadernos enteros con firmas inventadas, la que no sabia qué cresta pasaba en este mundo, de contingencia, de actualidad, de frivolidad. 

Por qué nos han de regalar aquellos días de almíbar en el albor, por qué no intercalados, en etapas por medio para poder estar mas confiados de la vida, de la esperanza que sabrá cobijarme, aunque nuevas atrocidades se cometan día a día impunemente. 

Increíble cómo el calor de una madre pueda llevarte a un nido tan protegido que sientas que nada, nunca en la vida pueda pasarte alguna vez…

Y aquí estoy, me veo escribiendo, con un sinfín de imágenes, nítidas  no todas, que pasan, se pasean y yo con ganas de que nunca se apaguen, que vuelvan cuando las llame, que se acerquen, que intenten vivir de nuevo…

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