En primer
lugar, la afectada por la presencia de un ángel se dará cuenta del hecho en
seguida.
Encandilada
por un hombre cuya voz jamás había oído, le parecerá perfectamente conocida.
El brillo
inquietante de unos ojos que la miran, le hará creer haberlos visto desde
siempre.
Sobrecogida
por el ritmo de una baile una tarde de lluvia, usted perderá el sosiego de por
vida.
Entonces
sus sueños empezarán a llenarse de mares encrespados y cielos que se nublan
repentinamente y lluvias que se desatan y vientos que se la llevan en todas las
direcciones.
Usted,
desde ese mismo momento quedará a la deriva, perdida, sin brújula, sin voluntad
y sin memoria.
Los ángeles
no son concientes de su angélica condición, por lo tanto, seguirán actuando en
forma natural y humana.
Por lo
general los ángeles son poetas. Los ángeles suelen llamarse Tomás, Alfredo,
Raúl, Carlos, Antonio, Roberto, Pablo, Andrés, Rubén, Gustavo, Diego, Manuel,
Juan…
Cuando se
encuentre con un ángel, debe hacerle prometer de inmediato y delante de
testigos, que más adelante, que tal vez, que algún día, que en la próxima vida…
Los ángeles
suelen quedar prendidos en la piel, tatuados en la memoria, abrazados a su
corazón, cantando en su alma la música del paraíso.
Para amar a
un ángel hay que visitarlo en los sueños; acercarse despacito y hablarse
lentamente. Los ángeles se asustan con facilidad al ser reconocidos.
Cuando se
enamore de un ángel, usted tendrá que resignarse a que ése ángel jamás se va a
enamorar de usted.
Porque no
todas las mujeres tienen en su destino encontrarse con un ángel, porque las
mujeres como yo que se enamoran de los hombres como tu están perdidas porque en
realidad usted no es una mujer sino una triste Ángela caída en la desgracia de
un amor tan grande.
María
Teresa Calderón
Vida de
perras.
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