Me decidí a una
cuestión: DISFRUTARÉ MI SOLTERÍA. Sí, al fin, me di cuenta que realmente se
puede estar solo y bien acompañado, así, dentro de mi piel y conversando
conmigo misma, comentando el porvenir y lamentando el pasado, o quizás odiando
de vez en cuando, pero sola al fin y al cabo.
Es mejor, es más
simple, es más tranquilo, no tendré que demostrar que mis argumentos pueden
superar a los tuyos, ni discutir que tu estilo se asemeja a la peor de mis
pesadillas.
Al fin, y en mi
bella puta vida, podré mirar con el descaro máximo a cualquier joven guapo y
desearnos furtivamente con la mirada,
sin sentir culpa porque estás a mi lado (mirando a otra, obviamente).
Podré pasearme,
coqueteando, moviendo cadenciosamente las caderas en una pista de baile o contando
en silencio a quienes atraparé cuando tenga la oportunidad de pasarlo bien.
Trabajaré, ante todo, el despego emocional para no echar de menos a quien se
atrevió a robarme un beso y dedicarme, sólo por una noche, los más bellos (y
repetidos) elogios.
Podré sonreír al
pensar que lo bueno ya vendrá y que la tendencia es que (al parecer) las cosas
van a mejorar. Y el próximo siempre será mejor que el anterior.
La soltería, será
el punto de partida para mejorarme, para calmar mi supuesto rollo psicológico
de “no poder estar sola” y saber que primero estoy YO y nadie más. Así estaré
armada y preparada para mandar a la cresta al próximo que se atreva a bajarle
el perfil a lo que me molesta, y nunca más en la vida, voy a callar para no
hacerte sentir mal, mientras mis entrañas se retuercen de pena, celos o angustia.
Estaré más que
lista para valorarme, así tanto como te valoraré, mientras buscamos la mejor
forma de amarnos.
Equilibraré esta
manía de necesitarte, de hacerte parte de mis defectos y de sentirme llena solo
cuando estás tú.
Aprenderé cómo
hacerlo bien, aprenderé a dejarte con ganas de buscarme más y más para
divertirte y saciar de a poco las necesidades, sin nunca morir en ti, salvo que
me digas con ternura, entre el calor y el amor, que realmente soy la única y
nunca habrá nadie más.
No seré obsesiva,
ni intentaré buscarte para encontrarte lo más pronto posible, incluso, cuando
los tiempos sean apremiantes, esperaré hasta que el destino se digne a unirnos,
casualmente, en un bello atardecer, en extrañas circunstancias, en otro país, estudiando
en una biblioteca, preguntando la hora (teniendo reloj y visiblemente),
comentando los estragos del Transantiago, con furia y ganas de saber quién eres
en una micro lenta. Desmaquillada y al natural, sencilla y simple, así no más,
como quien nada espera, pero que está dispuesta a conocer y entregar…
Eso es lo que ahora
y a eso me enfocaré, pero sin antes, asumir y respetar que…LO JOTE NO ME LO
QUITA NADIE.
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