cayeron en
la cuenta de la realidad.
Con la
rodillas casi en el suelo, corría
sangre de
sus mejillas con la negra certeza
del
porvenir.
En el abismo
de la presión, sus almas
mendigaban
libertad.
Anhelo de
pensamiento suelto y
de gimnasia
verbal.
Nadaban en
lagunas de siniestros seres
que les
oprimían las ansias de volar.
Contenían
años de lágrimas y venganza
que
supuestamente algun día correspondia
vomitar.
Vuela el
tiempo, vuela la vida...todo sucede
sin
preguntar.
Regresa a la
infancia, los días de chocolate,
el almíbar
de tu esencia junto a la mía...
donde
solíamos mirar las estrellas, como
flotando en
el cielo tras la huella de
aquella
gacela.
El aguante
se hace insostenible,
se necesita
un soporte, una vasija que
pueda
transformar el agua de los ojos, en
destellos de
alegría clandestina.
El reloj
avanza, amenazándonos, con el
minutero nos
apura, retrasamos las ganas.
Aceleramos
las obligaciones. Dejamos de lado
nuestra alma.
La fiel
compañía no argumenta con claridad,
borrosa, con
palabras inertes que con desgracia
se hacen
notar.
Es inminente
que se acaba acá.
Basta un
soplido de amor y todo vuelve atrás.
Retrocedemos...Siento
el chocolate, el agradable
almíbar que
nos envuelve. Miramos las estrellas...
esta vez me
ocuparé de no preocuparte.
Planear,
conspirar un ataque próximo que nos
ayude a no
abandonar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario