¿Qué te falta de mí si mañana no nos vemos?
Te pregunto, esta vez, apostróficamente,sé directo y respóndeme con transparencia y voluntad. Cuando las cosas llegan a su límite interno no nos queda más que soltar y movernos con la cadencia de la vida y sus ciclos. La paradoja es que si te dejo ir, sabiendo que se vendrá una renovación mutua, lo más probable es que decidas quedarte; ya no sé. Si mañana no estoy, si me voy, si tomo la ruta de la distancia, el desapego y la nostalgia del "hasta siempre", por favor, dime qué es aquello que te falta de mí, cuéntame con soltura y liviandad qué es eso que aún nos queda, lo intangible que ansía plasmarse, la belleza de lo desconocido que busca delimitar sus formas entre nosotros, con nuestros planes no trazados; esas ráfagas alegres que nos tienden a invadir y aligeran la fatiga de lo cotidiano, de lo mundano, del hábito urgente y la costumbre presurosa y sin sentido trascendente. Mírame a los ojos con brillo centelleante y alumbra mis proyectos con tus ganas, con tu paciencia y tu determinación, ábrete a sentir, a darle vida a ese mundo interior que no conoce las barreras de la razón, que evoca cada segundo nuevas vivencias subjetivas, que siente, que presume, que admira, que goza, que intuye, que palpita sincronizado a tus ensoñaciones más profundas; que no se liga a las ataduras materiales, que revolotea alegre y fecundo alrededor de sus sueños e ilusiones. Te vuelvo a insistir, hazlo de una vez, es una pregunta que todos deberíamos hacernos a nosotros mismos y a quienes queremos, cuestionando el andar, cuestionando los pasos, los devenires, lo azaroso y lo planificado...si mañana no me encuentro, no te encuentro y me observo vacía y solitaria, esto no habrá tenido significado alguno. Aquí estoy, dispuesta, sencilla, ansiosa y abierta, esperando mi (propia) respuesta.
