miércoles, 5 de junio de 2013

asuntos circularmente inconclusos

de un tiempo a esta parte, comenzaron a abrirse nuevos caminos en mi vida, caminos que no sabían que existían o que definitivamente preferí invisibilizar, porque, era obvio que no los necesitaba, las opciones que me mostraba mi presente (en ese entonces), eran suficientes para que yo pudiera ser feliz. O sea, yo creía que con lo poco que tenía, era la gran afortunada de poseer al amor de mi vida, cosa insólita y maravillosa, porque además tenía tan solo 23 años y sentía la convicción de gritarle al mundo que con él ya teníamos el puzzle armado, los planes trazados, los años contados para planificar mi primer embarazo y así, seguir sumando "logros" y estabilidad. Eso era lo que yo creía, estaba tan segura y tan feliz, juro que no me mentía a mí misma. Era tanto así, que justifiqué miles de faltas, que si bien no eran graves, lo hice porque no eran parte de lo que el amor de la vida debía hacer. Y así, pasaba el tiempo y cada vez la tierra era más próspera, el camino más armado y yo podía ver como quedaba menos para poder empezar a concretar. Quizás, el gran error fue ese, porque, probablemente, puse muchas ilusiones en una sola opción, le aposté todo a ese hombre, aposté mi vida, todas sus emociones, las cuáles, probablemente, también, induje para escuchar tantas respuestas que quise escuchar, pero las que, en general, tardaban más de la cuenta, o pasó también, que eran incompletas desde mi espejo y quise corregirlas para hacerme a mí misma feliz. 

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