domingo, 23 de noviembre de 2014

aquella enigmática noche de martes

voy a documentar ese momento, escribiéndolo, quizás con la intención de hacerlo eterno. No planifiqué nada, para variar, me maquillé rápidamente en la luz roja antes de llegar al bar. Venía de un momento de recogimiento interior, propio de la búsqueda espiritual a la que decidí afanarme el último tiempo, con el organismo algo débil, con las defensas algo vulneradas y con las ganas de pasarlo bien, te escribí para confirmar nuestra segunda cita, si me decías que "no", probablemente haya sido un alivio, pero la curiosidad, el deseo y el desenlace del "qué podría pasar" me condujeron por Bilbao a nuestro nuevo encuentro; una cerveza y una pizza, una buena conversación, alguna risa nerviosa y coqueta, y quizás, si es que tú también lo querías, cálidos abrazos y besos callejeros, de esos que entibian la fría noche y que nos obligan a preguntarnos después de un rato, qué hacemos para capear la situación, ambos sin querer despegarnos ni despedirnos de nosotros mismos a esas alturas, con el cuerpo ebrio y las risas más audibles. 
Reconozco que estaba muy cansada, reconozco que también quería verte y que a veces, las oportunidades son únicas, sabía que también querías verme y tantear las circunstancias para un desenlace inconcluso, quizás prometedor. En fin, llegaste un rato después que yo, me diste tiempo para respirar y tranquilizar mis nervios, nos saludamos e iniciamos una conversación algo neutra, tibia y esquiva; te pregunté de tus quehaceres, de lo que habías hecho desde la última vez que nos vimos, de tus proyectos y el funcionamiento cotidiano que te envolvió, nada trascendente; respondiste con tu tono particular de hombre serio, con ese mecanismo de defensa que usas para validarte frente al otro, con prestancia y ronca voz. Te escuché, te contrapregunté, la verdad, poco me interesaban los detalles, pero sabía que querías hablar de tí y quizás, mostrarme "el buen partido" que eras. (Muchas veces me da lo mismo aburrirme a ratos, sé leer las señales ajenas y puedo, sin mayores esfuerzos, hacer sentir al otro como el único centro de atención en el mundo, puedo agasajar con las palabras y miradas y así mantener la esperanza que nos unió). Como sea, seguimos conversando, me contaste asuntos que no recuerdo, nos tomamos unas cervezas, nos tomamos la mano, nos fuimos a otra cervecería, nos tomamos un par de cervezas más, ya un poco ebria, mi organismo se debilitó aún más, te pedí cobijo, nos comenzamos a besar, primero tiernamente, y luego, haciendo uso de la excusa del alcohol, con más ahínco, ganas y explosión, con destellos de la garganta, que implícitamente pidieron algo más, avanzar al siguiente paso, que es el seudo amor desnudo de dos desconocidos con ganas de unirse en un breve tránsito temporal. Me dijiste "qué hacemos", yo no quise responder, me ofreciste ir a tu casa, accedí, nos fuimos y en tu cama pude sentir la hermosa complicidad que nos juntó aquella noche, me desnudaste, te desnudé, nos besamos sin apuros, me tocaste todo el cuerpo y comenzamos a avanzar lentamente hacia un orgasmo, lo hicimos un par de veces, nos fuimos juntos, conversamos, literalmente desnudos, sobre las intimidades de tu vida, la relación de tus padres, tus proyectos, sobre tí, te escuché -ahora sí con pasión- me sentí tan yo en tu cama, contigo abrazada; me besaste la frente todas las veces que pedí y créeme que no pudo haber sido mejor. 

las locuras que se hacen con una amiga

todo empezó, cuando estuve totalmente desecha y desencajada de mi misma, a causa de esa ruptura amorosa que marcó mis paradigmas y mis nociones constantes acerca de lo que creía y quería respecto al amor y al supuesto "príncipe azul", que lo encarnaría. En fin, admito que estuve pésimo, que me sorprende lo poco que lloré y me admiré de mi misma de lo fuerte y madura que soy para sobrellevar situaciones difíciles y estresantes que el camino me pone, sobre todo cuando son cuesta arriba y yo no tengo energías para seguir adelante; sea como sea, estoy sentada, hoy domingo, segura de mi misma, tranquila y satisfecha, porque pese a todo, he salido, en general, muy victoriosa en todos los ámbitos en los que me he involucrado este último tiempo y desde aquella vez en que me ví rehaciendo la vida sola. Me siento competente, capaz y digna de un ser tan digno como yo, ni más ni menos, no podría volver a estar con alguien a quién deba enseñar, necesito un complemento parejo, un compañero que esté en mi misma situación, que busque anidarse en mí, solo para amar, y no para completarse a sí mismo, requiero de un hombre ya hecho, un hombre bien plantado, con experiencias y con deseos de enamorarse de un par, que se acople en la misma dirección y sentido y que no tenga que validarse a sí mismo llevando las riendas de la situación y haciéndose el grande, pasándome a llevar. Si aquel personaje no existe, no tengo dramas en quedarme soltera, puesto que con toda la experiencia acumulada, sé que poseo los influjos para seducir y dejarme llevar por el placer una noche con alguien, sé que quién soy y lo que puedo lograr, por eso, no me conformaré con cualquiera. 
Pero volviendo a la intención primaria de este relato, quería plasmar la estupidez que con una buena amiga, en un momento de desesperanza y desesperación hice o más bien hicimos, o mejor dicho, ella me ayudó a hacer: escribir en una hojas envueltas en laurel, las características de mi hombre ideal (?); aquí van:

cariñoso/sencillo/educado/GCU/que viva solo/que tenga una mamá simpática -con un corazón al lado-/que tenga un buen trabajo/equilibrado en sus roles/que se proyecte conmigo/que sea generoso/que sea parecido a mí/que sea entretenido e inteligente/que le guste conversar/que le guste salir a comer/que sea receptivo y que me abra e invite a su mundo/que me ame incondicionalmente/que yo sea su prioridad -sin ser obsesivo-/que tenga mundo/que no sea celoso/que sea relajado/que me haga reír/que no sea descarado/que no se aproveche de mí/que siempre me trate bien/que se lleve bien con mi familia/que me apoye en mis proyectos/que quiera formar una familia conmigo/que sea buen papá y buen esposo/que le guste viajar/que la tenga decente/que físicamente me guste/que me guste su cara/que tenga pelitos en el pecho/que le guste lo que hace/que no sea competitivo (que su meta no sea ser el mejor)/que sea sociable/que sea empático/que me sepa contener/que no se quede pegado/que sea estable emocionalmente/que entienda lo que pasa en su entorno/que lo más importante para él sean las relaciones/que no se demore en tomar decisiones-asertivo-/que quiera lo mismo que yo.

Claramente, hay muchas que ya no me importan, porque fueron escritas desde el despecho y la negación u oposición de mi última relación. Ahora, en estos momentos, lo más importante para mí, es que sea alguien sano, que no busque poder, que no esté trancado y que crea en la pareja como un complemento y acoplamiento holístico; lo demás, ahí se verá.



miércoles, 5 de noviembre de 2014

Volver

Las grandes Alamedas ya se comenzaron a abrir para mí, lo cual me tiene sospechosamente sorprendida y alegre. Han pasado tantas cosas desde que me convertí en ese pajarillo en libertad. La verdad, había olvidado el sabor único de la soltería y el sinnúmero de licencias seudo amorosas que permite. Debería haber registrado los detalles en su momento, para no perder de vista (uuuffff, de la nada me doy cuenta del influjo que produje en mi última conquista; me acaba de vibrar el celular con un coqueto saludo de "él") todos los detalles que decoraron las diversas situaciones que enfrenté, ya sea en la cama de alguno(s), en las pistas de baile, en el texteo insinuante, en algún bar, en un restorán sofisticado de por ahí, en los asientos de mi auto o del tuyo, o qué se yo. 

Voy a partir en orden cronológico, porque quizás me sea más fácil ordenar la historia de mi "yo", autodenominado "Pilar Jones". Mi buena racha con el sexo masculino comenzó, curiosamente, el día posterior a mi "dolorido" -y cada vez menos doloroso- quiebre amoroso (no voy a redundar en ello, porque creo que ya no tiene mucho sentido rondar en mis propios imaginarios en relación a esa persona, solo diré que estoy esperando a que se diluyan y el tiempo haga lo mejor que sabe hacer: sanar). Fue inesperado, explosivo, fue la mejor estrategia -no pensada, esperada ni racionalizada- para sobrellevar las primeras horas del desarraigo, de esa especie de amputación que cuesta tanto asumir, todo comenzó con: a) mis ganas de no seguir estudiando -tenía una prueba horrorosa de Historia Social de Chile el lunes, era oral y había planificado toda la semana para leer las más de 700 páginas de estudio-, b) mis ganas de no seguir pensando en "él", c) mis ganas de no seguir llorando y d) mis ganas de olvidarme un ratito de todo. Así, comencé una rastreo rápido de mis amigas en facebook, ya eran más de las 11 de la noche, nadie conectado o más bien, nadie con quién quisiera realmente salir a ahogar mis penas, así que llamé por teléfono a una de esas amigas siempre fiel, perfecta para acompañar, conversar y abrazar, para pedirle me acompañara a tomar mi champaña de rigor. Lo gracioso, fue que ella me dice que estaba cansada, que ya era tarde y que otro día y bueno, sin dejarla terminar, le digo: "Weona, me patearon anoche; salgamos", a lo que ella me responde "Vente altiro pa acá". No esperé ningún segundo, agarro mi auto y mi botella preciada de Brut y salí rajada con la esperanza de una buena noche (sin ningún esquema preconcebido, podía terminar en bailar, conversar, llorar (tomar era obvio en mi caso)). LLegué, abrí la botella, me la debo haber tomado en menos de media hora, ya estaba curá, me alegré un rato, no entré en detalles de la ruptura, pusimos a Calamaro, conversamos un poco de la vida, yo ya estaba en la etapa de felicidad, me reía (no recuerdo de qué), y mi querida amiga, tan apañadora, me dice "Ohh! antes que se me olvide, tengo un amigo que el otro día vió unas fotos de facebook tuyas, te encontró súper linda, lo llamamos?" Yo, a ver, muestra quién es, revisé un par de fotos, puse alguna que otra cara, sí, en verdad este cabro era de lo más potable del mundo, me gustan las descripciones con etiqueta, así que era un apuesto adulto joven de 31 años, ingeniero forestal de la Cato, amante de la metodología cualitativa y estudios antropológicos, pelo largo y ruliento (según mi amiga con todo el fenotipo de vikingo -tal como me gustaban a mí, según ella-), medio ancho y con mucha musculatura, me fijé en su nariz (es un detalle que no puedo omitir) y pasó la prueba de calidad inicial. Al principio, pensé que era demasiado prematuro concertar una cita, de verdad la palabra "demasiado" se queda corta, pero como estaba curá, pensé, bueno, si él puede y nosotras podemos, y todo se conjuga para que podamos vernos ahora -considerando que eran más de la 1 am-, por qué no. Así que le dije, a ver, háblale para cachar en qué está. Por esas casualidades, estaba aburrido, solo y conectado en su departamento, así que accedió con toda liviandad y fue así, como previamente, tuvimos una conversación de conocimiento inicial, muy light, divertida y buena onda (se la voy a pedir a mi amiga para tratar de cachar qué cosas habla una media ebria con un desconocido). La cosa es que quedamos de juntarnos a las 2 en Plaza Ñuñoa a ver qué salía, el plan era tomar algo (en mi caso, seguir curándome y conversar). Llegamos allá, mi amiga manejó y yo muy entonada de copiloto, iba un poco nerviosa pensando en cómo podía empezar o terminar una cita a ciegas en mis condiciones -recién pateada, muy curada, maquillada y arreglada por mi amiga 5 minutos antes de salir y con ganas de olvidarme un poco de toda la mierda que se vendría). En fin, nos bajamos, caminamos un poco y mi amiga me dice "ahí está, es él", voy y lo saludo sonriendo, muy piola, haciéndome la tímida, entramos al The Clinic, revisamos la carta, este guachón pide un par de tragos, mi amiga un jugo de algo, yo no me acuerdo y no recuerdo mucho, solo sé que al momento que él va al baño por primera vez, mi amiga me dice "y?", yo le digo "bien, bacán", nos reímos, vuelve, mi amiga va al baño, yo converso un poco con él, nos reímos de los chistes políticos de la carta del bar, y veo cómo estamos más cerca de lo normal y a los 2 minutos estamos agarrando, (ajajaja, de acordarme me da mucha risa), seguimos dándonos un par de besos más, cuando llega mi amiga, seguimos muy pegados, de la mano y con nuestras piernas juntas, conversamos un rato más, nos echan del bar, ya era muy tarde, nos vamos y decidimos lo siguiente, irnos a la casa de este personaje, en mi auto, que nuestra amiga en común nos lleve y que para que ella pudiera devolverse le pagábamos el taxi entre todos. Era la opción más sensata, porque era evidente  que queríamos seguir juntos en lo nuestro, así que llegamos, despedimos a nuestra Celestina, subimos a su departamento y en la puerta, entre besos y respiraciones agitadas le digo "No quiero acostarme altiro", me dice que estaba bien, que no me preocupara, pero como la carne es débil, me ví en esta situación: caminar lento, en la sincronía de sus pasos y los míos, rumbo a su dormitorio, con un racimo de besos que se dispersaban por mis labios y mi cuello, hasta que logramos llegar a su cama, me empuja, caigo y al poco rato me veo empelotas, dispuesta a ser conquistada por su humanidad desnuda. Finalmente, pasó lo que tenía que pasar. Me gustó porque fue extremadamente cariñoso, porque durmió literalmente abrazado a mi cintura, porque la mañana del domingo fue distinta, porque tenía otros temas que pensar, porque el estudio sería menos trágico, porque el día estaba hermoso, porque al despedirnos quedamos de vernos nuevamente, porque me abrazó lento y por un largo rato y porque aún quedaban nuevas citas que abordar y lo más importante, porque mientras lo hacíamos, en ningún segundo pensé en mi ex...(continúa, debo seguir estudiando y debo responder el mensaje de texto de este nuevo personaje que, también, parece que tiene secuela)...

domingo, 24 de agosto de 2014

voy a escribir de tí, porque es una manera creativa de erradicarte. 
Cuando te conocí, de esa manera casual, extraña y divertida (muy anecdótica y digna de ser contada a nuestro nietos que no fueron), desplegaste tus formas, de manera coherente, mostrándome precisamente, lo que yo nunca quise o esperaba de un "gran hombre". Desde el minuto uno, vislumbré algo de esa arrogancia, que era más bien, una manera de calmar tu timidez e inexperiencia con las mujeres. No me importó, porque la novedad era mucho más llamativa, al fin, dentro de mi ceguera temporal, observaba a un alguien que me miró y que me atraía mucho físicamente; raro, porque más allá de una altura fuera de la norma, no había mucho más. No había testosterona a raudales, no había simpatía espontánea, no había caballerosidad, no había temas sociales ni culturales, no había experiencias extraordinarias, no había verborrea entretenida...solo me dejé llevar, creo que lo hice, porque llevaba a cuestas una relación monótona, de más de tres años, con alguien que no quería que me acompañara más, alguien algo violento, cambiante, quizás resentido, poco empoderante y poco agraciado; entonces, me dejé llevar por este caudal de novedad, por este misterioso hombre que se atrevió a llamar el mismo día que pidió el teléfono, y quién, pensé, podría darme grandes cosas a mis tiernos 22 años. Y bueno, arriesgué y me las jugué por seguir dilucidando a este nuevo personaje que me acompañaría por más de (nuevo) tres años, la verdad, no pensé que la relación, que en un principio parecía infantil y románticamente tierna, fuera de la intensidad que me marcó. Espontáneamente digo que lo sigo queriendo, porque lo amé de verdad, lo amé desde el fondo, profundamente, con todo lo que más puedas entregar, solo porque sí, solo por dar, amé desde el corazón, por primera vez. Y no sé, probablemente, no lo merecía, porque era un niño, como con cinco años de retraso cronológico, inmerso en una familia altamente disfuncional y con unos ejemplos parentales horribles, pero no me importaba, porque había algo inexplicable en mí, fuera de toda racionalidad, que me hacía quererlo cada vez, quizás cada vez más, con mayor fuerza. El primer año fue increíble, lo pasamos increíble, de hecho, reconozco que ha sido la primera vez -y espero que no la última- que lloré de una cálida emoción al hacer el amor con él, cada vez que me penetró en esas instancias, me sentí tan llena, tan en paz y en sintonía con la vida, que lloré, exploté de amor, de plenitud. Sí, al final, había descubierto al hombre con quién quise envejecer, y eso se repitió algunas veces más, de manera esporádica, pero cada vez que me pasaba, lo tomaba como una muestra reafirmante de mi amor por él, de que cada vez estábamos más consolidados, más compenetrados y más dispuestos a jugárnoslas el uno por el otro. En fin, como dije, reconozco que fui inmensamente feliz, es más, creo que se me notaba en la forma en que me desenvolvía con mi entorno, en mi gestos recurrentes, en mis discursos, en la seguridad con que planteaba que había encontrado a quién sentía -en ese momento- como el "amor de mi vida" (?).
Y bueno, no tengo muchos más detalles de los años venideros en su particularidad, probablemente, el segundo año también fue precioso, yo creo que sí, como todas las relaciones, ya no hacíamos tanto el amor, ni había cosquilleos al encontrarnos, pero de lo que sí estoy segura es que el paso de tiempo, se empezó, lentamente a convertir en una cuenta regresiva, desde mi perspectiva, cada vez quedaba menos para poder empezar a "vivir", a concretar tantos proyectos mentales que ideé para nosotros. Fueron tiempos más imaginativos que terrenales, la verdad, ignoré concientemente la gran cantidad de evidencia que me decía que tú no querías proyectar ni compartir mis ensoñaciones (como por ejemplo, vivir juntos, cocinar juntos, largas noches de tertulia en ese pequeño hogar en construcción, fines de semana de amor intenso, las conversaciones más serias que tendríamos acerca de ser padres, los viajes que planificaríamos para relajarnos de los detalles mundanos, algunas extravagancias que idearía para sorprenderte a la vuelta del trabajo, jugar a la "mujer florero" de vez en cuando; en fin, vivir y darte amor a raudales, soñarte conmigo en la vida), y creo, finalmente, que este fue el gran estorbo de nuestra unión, de hecho, la pena que sentí cuando tu rechazo salió como un hedor desde tus labios, la sentí realmente como una estocada en el pecho, sentí ese nudo en la garganta que se apretó hasta arder y que culminaron, en una especie de desidia y de fingida indiferencia por esa especie de expectativas contigo, además de sentirme "estúpida" por pretender algo de esa envergadura contigo o con cualquier hombre. De hecho, hoy, cuando ya no hay ninguna consideración entre nosotros, tengo la tensión envolvente respecto a creer que alguien alguna vez quiera emprender un proyecto de ese tipo conmigo; por ende, he abortado cualquiera referencia a este tema sensible, negando, lo que creo, es parte de mi autorrealización. Y bueno, tratando de volver al hilo, este tema incómodo me y nos jugó una mala pasada, hubo un quiebre dolorosísimo entre medio, que creo nunca pude superar, y luego lo volvimos a intentar, pensando que esta vez sí que sí, que dejaría el imaginario anterior, tratando de practicar algunas premisas budistas respecto a la impernanencia y desapego que no pude del todo, pero pensando, que esta vez lo lograríamos, como que el camino ya estaba más cimentado, con menos ansiedad, pero avanzando hacia ese futuro lleno de colores, historias por armar...hasta que, un día cualquiera, el menos pensado, el más inesperado, vuelves a repetir tu patrón de despedida, transformándote en ese témpano de resolución que ya había odiado hace un año, en caretas, en excusas ordinarias que te hicieron irreconocible. Y en fin, aquí estoy, pensando, en que has sido el hombre que más he querido, a quién más me he entregado y a quién algunas noches le dedico ciertas horas para pensar en el olvido total.

domingo, 17 de agosto de 2014

arrepentimiento

me arrepiento de todo lo vivido, de haberte conocido, de haberme entregado, de haberte enseñado a amar. me arrepiento de los besos, las esperas, las ausencias, de los meses perdidos y las horas desperdiciadas, de las lágrimas y el sexo, me arrepiento de tu cuerpo en mi cama, de tu labios secos, de tus rutinas, de los esfuerzos, de las salidas a comer, de los gestos no correspondidos, de tu superficialidad, de tu entorno, de tu proyecto de vida, de tu familia, tu madre, me arrepiento de absolutamente todo lo vivido y no aprendido, de perder años de mi vida al lado de un pedazo de inmadurez llamado tú.

jueves, 14 de agosto de 2014

experiencia adolescente

Fue una noche de placer, me entregué de verdad a tí, a sentirte en mi piel, arriba de mi cuerpo, respirando en mi boca. No me importaba lo ético, lo deseable, el deber ser. Fue un segundo irreconciliable con el ser kantiano que me inundaba, y allí preferí quedarme abrazada, desnuda junto a ti. Segura y confiada de lo que estaba haciendo, con la certeza de que no me arrepentiría de nada al amanecer. Y así fue y aquí estoy pensando en que me diste un "no sé qué" que me motivó a ser más yo, a dejar esa falsa rectitud, a sentirme bonita y simple sin ataduras frente al mundo. Sé que contigo no llegaría a ningún lado. Si tú y yo fuéramos distintos podríamos amarnos todo el día, día y noche, todos los días y todas las noches. Solo quiero que no te enojes si me entrego por segunda vez y luego huyo. Estoy dispuesta a amarte, donde quieras, a hacer el amor, a besarte y sentirte, pero no me pidas que me quede, no me pidas que permanezca y no permitas que luego sea yo quién te odie; tan solo por hoy te quiero (y esto es ligero). No sé qué piensas tú, quizás si me ves como un regalo podría hacer que fueras feliz; mezcla de las más pura y sana locura y a la vez, con la máxima cordura te digo que sería un bien para los dos.

Pensamiento impermanente doce meses antes

Quiero ser feliz, sola, conmigo misma y sin nadie más. Pero si alguien quiere acompañarme, encantada le diré que sí; no es despecho, es solo aceptar un poco de ayuda en tiempos de crisis...

Hace un año

Tantos deberes, tantos asuntos pendientes anclados a cuentas regresivas, tanto trabajo y trasnoche...tantas horas de insomnio, de pensar en el pasado, presente y futuro; en los rápidos cambios que he vencido este último tiempo. Tantos nuevos anhelos que aún no reconozco como propios.
La conversación que se viene, su efecto e impacto...qué sucederá. No me buscarás o desearás amarrarme eternamente. Por otro lado, el hecho de no tenerte y tampoco de querer buscarte, este letargo amoroso que me consume contigo, cada día más distante y ni siquiera te he llorado ni lamentado esta ausencia creciente que sabemos pronto será irreversible.
No entiendo mucho, estoy cansada, estoy sola, estoy agotada, a ratos, triste...no sé; supongo que el destino es sabio y por ende, sabe lo que hace.

domingo, 13 de julio de 2014

tengo tanto miedo de no saber o poder enamorarme de nuevo, me angustia que me inunde la idea de creer que nadie alguna vez podrá amarme como me gustaría o ser lo suficientemente yo para que alguien caiga rendido a mi pies y encuentre la manera perfecta para amarme, sin fingir que las cosas se han hecho bien y obviando detalles para sentirme mejor. Quiero sentirme rodeada por brazos masculinos que se esmeren por hacerme feliz, ser el centro de esa persona, a la que amaré sin tapujos y sin recetas machistas. Quisiera tanto poder saber que eso existe, que existe el amor a raudales, que existe ese hombre especial, que ese esa sensación de paz y entrega entre dos. 

sábado, 17 de mayo de 2014

pronto pasará

poco a poco las cosas van dejando de importar. Si en un instante, o incluso en un par de horas del tiempo líneal del día parecen ser infinitas y arrolladoras de la inmensidad en el tiempo, una condensación profunda y eterna de lo incomensurable, tan solo basta un par de meses para olvidar, para que ya todo vaya dejando lenta y felizmente de importar. Los segundos, las horas, los días, los meses y los años, son el fiel reflejo de un avance que purifica y limpia irremediablemente lo que se creyó sin fin, lo que parecía sólido se desvanece y todos los "te quiero", pierden color e intensidad y ya nunca más se siente si quiera cariño ni emoción. La tristeza más profunda que parece desgarradora y que se piensa que jamás cicatrizará, lentamente empieza a sanar, hasta que ya no duele, no se siente y pronto es como si nunca hubiera existido...para qué sacrificarse, para qué afanarse en algo si todo es incerteza y pronto será olvido....quisiera un desenlace, lo más pronto posible y olvidarme de tener que responderme preguntas para justificar mis actos y mis emociones...total, pronto todo pasará.

martes, 4 de febrero de 2014

los sueños

...momentos de lucidez inconciente que el letargo del día no te quiere dejar ver.
Son destellos de verdad, de claridad absoluta y realidad total que la luz cotidiana oculta sin razón. Abrir los ojos en la noche es una plegaria del más allá que anhelo no olvidar.

jueves, 30 de enero de 2014

El frío, lo que me gusta de no abrigarme

Siempre me ha gustado el frío, disfrutarlo, sentir cómo mi nariz se pone un poco más helada y al respirar se siente un frescor suave y constante que me renueva y contacta con una sensación extraña y placentera.
Mis manos empalidecen y puedo observar sus rutas inconexas que van dibujándose. 
Ahora son mis manos y nariz las que disfrutan del aire fresco y frío, más limpio que nunca, aire al cual amo, este detalle tan nimio que amo en tardes de invierno.

martes, 28 de enero de 2014

Decretos DOSmil14

Voy a ser más segura de mí, de mis capacidades físicas, intelectuales, espirituales y afectivas.

Voy a ser cada día más independiente y autónoma emocionalmente, dependeré solamente de mí para ser y tomar las decisiones que se me vayan presentando, porque solo me basto a mi misma para ser feliz.


Voy a estar tranquila y estable a nivel emocional, yo domino mis propias emociones, y éstas son solo una de las tantas esferas que me componen, por lo tanto, no primarán en mi bienestar, ya que cada día seré más armónica y equilibrada.


Voy a tener la fuerza de voluntad suficiente para cumplir mis metas y palabra, con alegría, entrega y amor.


Voy a poner en prácticas todos los aprendizajes espirituales y afectivos del año que pasó, ponderando las circunstancias con mesura, sabiduría y comprensión. Siendo siempre respetuosa conmigo y el resto.


Voy a confiar en el devenir de la vida con humildad y agradecimiento. He aprendido que todo lo que sucede tiene un sentido profundo que la limitada racionalidad es incapaz de aprehender.


Voy a ser amable, cariñosa, alegre y optimista con mi realidad, con los otros y mi pareja.


Voy a aprovechar al máximo la oportunidad que la vida me da para nutrirme de nuevos conocimientos, y así, ampliar mi mirada del mundo y la vida.


Voy a estar tranquila y en paz con las decisiones que he tomado para mí, confiando en mi propia sabiduría interna.