Siempre me ha gustado el frío, disfrutarlo, sentir cómo mi nariz se pone un poco más helada y al respirar se siente un frescor suave y constante que me renueva y contacta con una sensación extraña y placentera.
Mis manos empalidecen y puedo observar sus rutas inconexas que van dibujándose.
Ahora son mis manos y nariz las que disfrutan del aire fresco y frío, más limpio que nunca, aire al cual amo, este detalle tan nimio que amo en tardes de invierno.
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