allí te encontré, en esa fiesta resonsante, llena de gritos y risas al unísono. Nos dirigimos la mirada un par de veces antes de empezar a conversar, te observé ligeramente, estabas solo, rellenando el espacio con las manos en los bolsillos y la breve luminosidad de la compañía inerte del celular. Me acerqué, te saludé con una sonrisa inocente, esperé una respuesta. Me sonreíste de vuelta y empezamos un lapso de preguntas y respuestas rápidas, necesarias, para cimentar un desenlace. En realidad, no sentí nada especial cuando te ví la primera vez, no obstante, tenías un dejo de madurez y masculinidad que alimentaron mis ganas de mantener una conversación -medio serio, medio en broma- de algunos temas que nos tocaban de manera tangencial, y así, mi humanidad prefirió escucharte de cerca para corroborar las ventajas de la adultez juvenil que luego pudimos vivir. Sin embargo, antes de abandonar ese espacio que nos ató voluntariamente, me pediste el teléfono -yo, a cambio, te ofrecí que revisaras mi facebook-. Después de un rato de estar sentados, te propuse ir a bailar, en plena sobriedad, te incité a que jugaras un poco con mi cuerpo, contornéandose, frente a tí...ese fue el inicio de un par de encuentros casuales en tu pequeño espacio, donde la mezcla del alcohol, la música y el deseo se han concertado un par de veces al mes, para dedicarse a revolotear en imaginarios breves de seudo amor.
Esto es una caja de recuerdos, de papeles resquebrajados de antaño, de tanta memoria vertida en palabras que alguna vez forjaron lo que sería...son luchas constantes, citas recurrentes...no obstante, presiento que de todos modos, a pesar de tanta revuelta personal, la crisálida que siempre he sido está a punto de identificarse consigo misma para luego tan solo ser...son trozos de mí sin ninguna pretensión...bueno, quizás sí (llamar tu atención).
miércoles, 27 de mayo de 2015
viernes, 22 de mayo de 2015
el poder de la coherencia
este ha sido uno de los temas más gratificantes del último tiempo. Vivir, despertarme, experimentar y dormir, sintiéndome en paz con mi propia esencia. Ser coherente con uno mismo, con la propia necesidad, se ha vuelto el mayor regalo. Cuando lo ví, lo vivencié, se me abrió el mundo, se me abrieron las ganas, se abrió un nuevo lugar en las coordenadas para mí. Me dí cuenta que nada es ni ha sido en vano, que pertenezco a un cálido núcleo, que desde siempre me ha cobijado, pero que nunca había podido observar con tanta claridad y nitidez. Siempre ha estado todo, casi igual, solo faltaba que yo empezara a mirar desde otro prisma, un prisma templado, una posición más distendida, menos a la defensiva, dispuesta y presente. Que se acerca y expande desde el amor, no desde la crítica y la desidia. Se acerca con ganas, con potencia y energía vital, con un entusiasmo disimulado, que no necesita ser conocido por todos y que no se plasma, meramente, en el reflejo externo, en gritos y algarabía desenfreanda. Se trata de la seguridad, del reconocimiento personal que solo es evaluado por mí, en caminar con desplante y soltura, con los pies muy bien puestos sobre la tierra, con plena certeza de saberme tan capaz...y en eso estoy, digiriendo esta nueva y hermosa verdad que me ha indicado un nuevo comienzo, un nuevo comienzo y porvenir, que es tan solo amor.
jueves, 14 de mayo de 2015
el sol
estoy sintiendo la libertad de vivir segura de mí, de mis formas, de mi humanidad dispuesta en algún pedazo de este lugar. Después de aquella vez en que me diste la energía necesaria para disfrutar mi propia presencia, independiente y jugada al azar por mis propias opciones vitales, he empezado a observar y experimentar todo desde un nuevo prisma, una perspectiva refrescante y estimulante que me ha entregado nuevas herramientas para armar y desarmar lo que pensaba y hacía. No sé cómo plasmar todo este hermoso caudal que me lleva, me mueve y me invita a abrir nuevas ventanas, nuevas oportunidades, nuevos personajes, nuevos escenarios...Me estoy empezando a convertir en quién realmente soy y en quién siempre quise ser. Una mujer confiada de sí, de su entorno, de sus posibilidades e infinitas capacidades. Y aquí estoy, en completa templanza pienso que todo tiene una razón de ser, todo pasado se vive en un presente que devela tantos por qué y me alegro y agradezco todas las condiciones que me han marcado. Me gusta todo este embrollo, me apropio de todo lo que alguna vez negué, ahora lo acepto y agradezco. Sé que vendrán grandes y hermosos cambios.
miércoles, 13 de mayo de 2015
seré sincera
siendo coherente con mi mente y mis palabras, te quiero. Pero te quiero por lo que fuiste, porque fuiste importante, porque te amé con toda la pasión más pura que alguna vez sentí. Porque tuviste el privilegió de que me entregara ciegamente a tu presencia, sin siquiera esforzarte; me esforcé por los dos. Por verte sólido, cada vez más seguro de tí y de tu quehacer. Me alegro, porque quién se endeuda con la vida y el karma eres tú, me siento libre y dispuesta, siento que dí lo mejor, gratuitamente, dí todo lo que tuve en ese momento para dar(te). Y esto me alegra profundamente la vida, me alegra ser quién soy, me alegre saber que puedo entregar sin miramientos, sin dudar. Estoy contenta, porque lo que siento por tí, es genuinamente sano, limpio y transparente. Te quiero y creo que siempre te llevaré con cariño en mi ser. Fuiste un hombre tremendamente importante que llenó el vacío de aquella vez, pero ya no. Hoy y con un largo trabajo emocional a cuestas, estoy segura y más segura de mí, de la nobleza de mi subjetividad, me apruebo en mi esencia, que es amor puro, es un origen amoroso que me ha convencido de mi solidez individual. Hoy, celebro porque no necesito a nadie que me reafirme, hoy puedo ser yo, calma y hermosa. Hoy festejo porque tengo una familia preciosa que me ha dado herramientas infinitas, porque tengo amigos increíbles, porque nunca estuve sola, porque todo mi pasado fue para crecer y para hoy, sentirme muy plena y orgullosa de quién me convertí. Gracias, mi amor -perdona que te llame así, pero me nace hacerlo-, porque sin tí nada de esto sería posible; te deseo lo mejor...
jueves, 7 de mayo de 2015
empezando a volver
nos miramos, sonreí, tú ya lo hacías, siempre lo hiciste. Nos observamos, no dejé de mirarte y no pude evitar sonreír, primero, nerviosamente, luego con mayor soltura. Te sentí igual a mí, dije que habíamos sido parte de lo mismo, una extensión mía presente frente a mí, con esa sonrisa abierta, dispuesta y acogedora, te ví hermosa, te ví serena, sabia de tu historial. Me hiciste sentir segura, bien plantada. Dijiste que estabas orgullosa de mí, de esa persona, enfrentada, en quién me había convertido. Me viste tan niña, pero a la vez tan mujer. Mi pecho se infló, qué orgullo también sentí, de mí, de las dos, de saberme sólida y tan tranquila de conocerte y haber dejado tanta maraña emocional atrás, me costó, lo admito y desde que tomé nociones de abandono, me sentí vulnerada, distinta, me tuve que armar caretas de indiferencia, de que ese origen fue solo un inicio sin importancia de mi ser, crecí un tiempo, con toda el peso de la vulnerabilidad pisoteándome de vez en vez, me encontraba aislada, en mi propio miedo a saber que me dejaste sola, dispuesta a mi propia suerte, me hice fuerte, me tragué dolores imposibles, seguí avanzando, seguí reflexionando, me lamí mis heridas, a veces volvían a sangrar cuando un amante me desilusionaba y me encontraba a mí misma, hecha un ovillo, muriendo de pena en mis propios brazos. Y así fue más o menos, durante unos diez años, ese pilar fuerte, a veces carismático y atractivo centro de atención que guiaba externamente mi existencia, algunas noches lloraba sola por dentro, reinaba, entonces, un latente y persisente vacío interior, necesitaba que un "alguien", llenara mi existencia, me hiciera aparecer y también ser quién era, me cobijara y llenara de elogios para hacerme grande y poderosa. Pero ya no, después de un largo camino lleno de tropezones, conversaciones internas, nuevos abandonos amorosos, crisis y luchas por conocerme más, nos encontramos esa vez, frente a frente, te sentí tan igual a mí, que me alivié, respiré y te ví, sonriendo, tan cercana, tan fácil de abordar. Sentí una cálida emoción, no necesité llorar al principio, era alegría pura, era paz, era estar en pleno dominio de mi tranquilidad, estábamos tan cómodas mirándonos, dejando que el río mental fluyera y se cargara de puros momentos buenos, no pude dejar de apreciarte. Cuando me abrazaste y logré converger contigo en ese abrazo envolvente, caliente, te ví amándome, con tus gestos, con tu sencillez materna y supe que había tenido un origen amoroso, mi presencia en tu vida y en la de los demás, no fue en vano. Me sentí amada desde siempre, noté tu gesto amoroso, supe que todo había sido planificado por amor, para nuestro propio bien. Senti una gratitud profunda y genuina, inmensa. Todo lo que alguna vez, en mis plenos cabales, quise decirte, no necesitaron palabras para expresarse, se fundieron en nuestras miradas y en mi gesto de recibir todo el amor que tenías para darme, ese amor que reconforta y me dió la seguridad basal para enfrentar el día a día con menos piedras en la mochila. Qué alivio, qué hermoso momento. Te pregunté si estabas bien, me dijiste que sí, yo también, estábamos tan bien, sin reproches, sin sobredramatizaciones. Y así fue como desde aquella vez, me siento más coherente con mi esencia, me siento hermosa, plena, llena de motivos por los cuales vivir llena de amor, agradecimiento, entrega -y también sabiendo recibir-. La noticia que mi mamá me dio hoy, si bien no me generó una tristeza real y profunda, me conmovió, me dejó reflexiva, un poco a la deriva, no sé hacia dónde dirigir mis pensamientos y emociones. Te quiero, siempre te querré y siempre te quise, somos parte de lo mismo, me diste lo esencial para poder convertirme en quién soy, sin más ni menos, me dejaste esa libertad para que mis padres me cobijaran con tanto amor, sé que solo lo que nos une es amor, es agradecimiento, es orgullo. Nos encontraremos el día que tenga que ser, te llevo en mi interior con cariño y aprecio, sé que estás conmigo y eso es suficiente. Un abrazo como el de aquella vez, descansa en paz hasta nuestro encuentro.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)