el momento que nos atrapó, ha seguido persistente y recurrente, en mi memoria, me llenó de nuevas razones para volver a creer en esa noción de amor, que creía perdida o incansable por su lejanía, porque estoy aterrada, terriblemente asustada por lo que pueda pasar. La herida, pese a que ya se transformó en cicatriz, pues ya no arde ni duele, me instaló en un campo minado, me encarceló en mis propios miedos y en la posibilidad de que la historia pueda volver a repetirse una y otra vez más, o sea, en entregarme y volver a perder de la manera más dura y dolorosa posible.